jueves, 13 de junio de 2013

Apéndices III. El poder social. Artículo V: [El dinero].

En el presente post, último de la serie de artículos dedicados al apéndice: “ El Poder social”, y penúltima entrada del blog dedicada a “España Invertebrada”, el filósofo madrileño insiste en que llegados a este punto, ya podemos vislumbrar claramente la contraposición entre España y Francia –que toma como criterio comparativo- en lo relativo al citado concepto de poder social. Francia es el país dónde mayor número de actividades diferentes recibe la aureola del PRESTIGIO PÚBLICO. Sin embargo España es el país en el que casi nadie goza de ella. Ello significa que la sociedad española es mucho menos compacta y elástica que la francesa[1], es menos sociedad que la francesa. Ahora bien, está claro que Francia en este sentido, considera Ortega, está por encima de todos los pueblos. La nación entera vive y absorbe cuanto acontece en cada una de sus partes. Cuando un francés hace algo que sobresalga un poco, sea del orden que sea, conquista automáticamente la fama. No obstante: "Me parece una tontería atribuir este fenómeno a la vanidad gala , que se complace en exagerar el valor de sus hombres, ni tampoco a la vieja historieta de la cucaña en que los franceses entusiasmados aúpan a su conciudadano, favoreciendo su ascensión." España Invertebrada. Su explicación es mucho más profunda. El autor afirma que “famoso” no significa, ni más ni menos valioso, ya que “famoso” es aquel del que se habla en amplios círculos; incluso hay famas negativas, como la del criminal -y sobre todo en Francia, que se le da mucha popularidad-.
¿Por qué sucede esto en Francia? ¿Qué la diferencia de España? Porque -y de acuerdo con Ortega- simplemente a toda Francia le interesa cuanto acaece en un punto cualquiera de sí misma. Nada deja de aprovecharse socialmente, ni lo bueno, ni lo malo. No hay desperdicio. De este modo, y merced a esta fuerza, esta raza, que en ningún orden es genial, ha logrado dar un máximum de rendimiento. Todo cuanto acontece en ella es social, es decir, queda multiplicada su eficiencia por el volumen entero de la colectividad. En cambio en España, presenciamos la escena contraria. Si apenas nadie tiene entre nosotros poder social se debe a que nuestra sociedad es laxa, sin elasticidad, sin comunicación entre sus “trozos” o partes. Ahora bien, el filósofo madrileño piensa que la causa profunda de ello, no es la envidia ni el tan repetido “individualismo”; sino que es la falta de curiosidad y de afán de enriquecer nuestra vida con la del prójimo. Cada provincia, por ejemplo, vive hacia dentro de sí misma, absorta y abstracta del resto de la nación. Nuestra estructura social es una gran DISOCIACIÓN. Este es el mal profundo que late y subsiste en un nivel de profundidad mayor que todos los conflictos, luchas y desórdenes políticos y religiosos. Todo ello influye en el tipo y/o escaso poder social que se da en España, o más bien, en el poder social negativo que hay.  De hecho Ortega afirma lo siguiente: “Ahora, creo yo,  se manifiesta el sentido de estas consideraciones sobre el poder social. La falta de generosidad para otorgarlo que nuestra sociedad revela es gravemente nociva para ella misma”. España Invertebrada. En definitiva la raíz del asunto y toda su problemática, se encuentran detalladas en las cuestiones que el autor trata en los apartados titulados: “Compartimentos estancos” y "Apéndices III. El poder social. Artículo IV: [Un poder social negativo]"; y que evidentemente en estas líneas no reproduciremos de nuevo, sino que remitiremos al lector a las citadas entradas.
Sin embargo, aunque lo parezca, el autor no es pesimista, el señalar este defecto significa que se puede remediar. Hasta ahora ha dejado claro que: “…sólo hemos encontrado un oficio favorecido en España con poder social: el político”. España Invertebrada.  Pero si buscamos más, solo hallaremos otra fuerza que a su propia eficiencia añada la que espontáneamente surge de la sociedad: el dinero. El poder social del dinero no es peculiar de nuestro pueblo, sino un hecho capital de la época vigente. Pero que no se diga que también lo es de todas las épocas, porque eso es falso. El filósofo madrileño lo ejemplifica del siguiente modo: “En la Edad Media, como ahora, el dinero lo tenía el judío. Como ahora, había entonces que contar con éste, y, sin embargo, no tenía ningún poder social. Menos aún: el judío quedaba en  una posición negativa, infrasocial. Hoy el dinero se ha adueñado del mundo y, dentro del mundo, de España”. España Invertebrada. No obstante, hay que reconocer un matiz a nuestro favor, y es que el español dedica menos entusiasmo al oro que otras razas, a pesar de lo que Sajones y Franceses han vendido desde siempre, es decir, esa “sed de oro” en verdad no ha sido tal. Los españoles cumplían sus hazañas más bien por otros motivos que por  su “sed de oro”, ahora bien, el europeo de entonces -comienzo de la era capitalista- sí que sentía una fabulosa sed de oro, tal y como después se ha demostrado, y es por ello, por lo que se nos mete en el mismo saco.
Por tanto, aún siendo grande el poder social del dinero, en los ámbitos peninsulares es incomparablemente menor que en otros países. Ortega destaca el ejemplo de Norteamérica con respecto a este asunto. Afirma que allí, el rico destaca sobre la masa, el rico es su ideal y modelo. La escala de valores sociales radica exclusivamente en el éxito económico. La ambición encuentra como único medio de satisfacción el enriquecimiento, medio que por cierto, es entendido por todos y a todos está abierto. No hay concesión de patentes de nobleza, no hay títulos ni honores. La carrera política tiene poco prestigio, no da posición social; al contrario, es cosa mal mirada. En cambio “The man who made his pile”  -el hombre que hace su agosto- goza de respeto, esto es, el hombre hecho a sí mismo, que prospera en los negocios desde la nada y que sabe aprovechar las oportunidades,goza de admiración por parte de la sociedad. El rico es el centro del interés público, y en torno a esta figura se forma todo un mito y además, tal y como apunta el filósofo madrileño: “… llegará un día que sea tan difícil saber la verdad pura sobre Ford como lo es saberla sobre Cromwell, Napoleón o Washington”. España Invertebrada.
Finalizaremos el post con el convencimiento de que estas palabras contienen una buena descripción de lo que, por un lado, Ortega llama: PODER SOCIAL; y por otro lado, también nos sirven como criterio para calcular la cantidad de poder social que va en España aneja al dinero.

Próximo y último post de "España Invertebrda": Apéndices IV: [El método de las épocas y la sociedad europea].





[1] Léase  la entrada titulada:”Compartimentos estancos”; en dónde el autor expone el concepto de elasticidad social.