jueves, 20 de junio de 2013

España Invertebrada. Apéndices IV: [El método de las épocas y la sociedad europea].

Con este post vamos a dar por concluida la exposición de "España Invertebrada" de Don José Ortega y Gasset. En este último apéndice del libro, el autor, además de aclarar el método empleado en su obra, apunta a una futura unión de los "pueblos" o naciones europeas, aunque evidentemente, sin perder cada una de ellas su especificidad - aquí vuelve a exponer la tesis desarrollada en la obra acerca de la España de las autonomías o regiones,  pero aplicada a Europa-. En este punto debemos tener muy en cuenta la tesis orteguiana de la “circunstancia”,  y la circunstancia de España no es otra que Europa. Esto es, no podemos analizar España únicamente desde dentro de sí misma, también hay que tener en cuenta el contexto en el que está inserta y las relaciones que dentro de él mantiene con otras “partes” o naciones europeas. El filósofo madrileño declarando su enorme interés por el historiador alemán Johannes Haller[1] y su obra “Las épocas de la historia alemana” publicado en 1922, percibió en la intención y motivación de este libro algo parejo al que él acababa de publicar un año antes: “España Invertebrada”[2]. Ambos coinciden en el método empleado, al igual que en sus obras se reacciona enérgicamente a un estado de depresión nacional y se pregunta con urgencia pragmática: “… ¿qué ha pasado en el pasado de esta nación para que resulte inteligible su mengua presente? ¿Qué le falta? ¿Qué le sobra? ¿Cuáles han sido los hechos decisivos –favorables y morbosos- en la biografía de este pueblo?” España Invertebrada.
La base del citado método está en la respuesta a las preguntas anteriores; sin embargo no se trata de una mera cuestión de datos históricos, sino del singular análisis a que éstos son sometidos. A continuación Ortega nos da las claves. Este método es una operación que se hace sobre la simple historia, esto es, estamos ante una forma peculiar de la labor histórica que conviene  cultivar con más ahínco: la historia analítica. Ahora bien, ¿en qué consiste? Los hechos una vez descubiertos, comprobados y referidos, se clasifican en dos grupos, a saber: uno muy reducido, de grandes hechos cruciales, y otro, enorme, de los hechos secundarios. Los hechos cruciales se analizan rigurosa y exhaustivamente, se los contempla por dentro esclareciendo de ese modo la “pululación innumerable del resto –lo mediocre y lo cotidiano-“. La historia hay que exprimirla -“oprimirla”-, no rezuma por sí sola. Nos hallamos ante una labor práctica, esto es, recurrir a la historia para buscar en ella una orientación que nos permita resolver las urgencias del presente –que es lo que hace Haller-. Esta actitud de urgencia pragmática lleva a una deliberada simplificación del pasado, preferentemente de la historia política para, más que preguntar y explicar cómo fueron las cosas; “… llevar los hechos del pasado ante un tribunal que los someta a la rigurosa pregunta: ¿de qué ha servido este hombre, esta resolución a nuestro pueblo? No hay duda; toda nación tiene que hacer alguna vez este corte de cuentas.” España Invertebrada.
Posteriormente se realiza una segunda simplificación –como también hace Haller- , es decir; de la historia solo tomará ciertos hechos que califica de “decisivos” en un doble sentido: en el primero, porque de ellos dependió –positiva o negativamente- toda una etapa de la vida de una nación o pueblo; y en el segundo, porque fueron, en efecto, decisiones que un hombre o grupo de hombres tomó. Este método da a la figura de la historia una superlativa concentración. De este modo el continuo fluir de la vida de un pueblo, [“… aparece así articulada en unas cuantas, muy pocas, coyunturas, momentos en que la línea recta de una persistente cotidianidad se quiebra para iniciar otra recta diferentemente orientada, a veces, en parcial retroceso. Cada una de esas rectas representa, en ocasiones, centurias, y es lo que se suele llamar una “época”.[3]]…[El hecho que la inicia hace época o es epocal. En él se interrumpe o suspende una cierta configuración de la vida de un pueblo y comienza otra nueva.”] España Invertebrada. Ortega piensa que este modo de “manipular” la historia con tan resuelto pragmatismo puede "soliviantar" a todo aquel lector que sostenga rigurosamente una concepción acorde con la idea tradicional griega del conocimiento y de la ciencia, es decir, como una ocupación estrictamente “contemplativa”. Ahora bien, por cuestiones en las que no incidiremos, pero que el autor sucintamente sí menciona en el libro, nada se opone en principio para que sea científicamente fértil tratar una cuestión con urgencia pragmática. De acuerdo con el filósofo madrileño, es falso que exista un conocimiento no originado por alguna urgencia, pero también cabe subrayar que, no toda urgencia permite y da holgura al conocimiento. Es preciso que entre el conflicto y nosotros haya cierta distancia, sólo así puede intercalarse entre la urgencia y nosotros la específica función de la teoría.
Y en este punto Ortega aclara una cuestión que se antoja fundamental para la comprensión de este método. Es preciso señalar que provocada por la utilidad, la teoría misma no es utilidad. Este es el error del pragmatismo. Para el pragmatismo la verdad es lo útil. Sin embargo el filósofo madrileño defiende una noción completamente opuesta;  precisamente porque la verdad no es utilidad nos resulta útil y la buscamos porque es útil.[4] Aludiendo de nuevo a la obra de Haller, el autor considera que ésta, evitando el deleite contemplativo de quién pretende hacer solo “teoría”, proporciona un vigoroso dramatismo intelectual a los problemas históricos y nos los presenta depurados aun como estrictos temas científicos. El meneo de urgencia que se les da, separa la paja del trigo. La historia cobra así una agilidad de cinta cinematográfica. El “MÉTODO DE LAS ÉPOCAS” lo muestra claramente: “El método de las épocas pone de manifiesto el carácter más esencial de la realidad histórica, carácter que las otras maneras de narrarla tienden a ocultar: el de ser una realidad que hay que hacer, que es obra humana, no proceso de la naturaleza, el cual mana mecánicamente con necesidad preestablecida”. España Invertebrada. De este modo, cualquier pueblo o nación, no es una unidad natural, sino una unidad históricamente lograda: “Contra la etimología del término, la nación no nace, sino que se hace.”[5]
No obstante Haller - piensa el filósofo madrileño- como los demás historiadores, no percibe algo que, a su juicio, es fundamental y que, acaso, el tiempo más próximo manifiesta en toda su evidencia; cada una de las naciones europeas es una sociedad en el más intenso sentido de esta palabra –el de sociedad nacional-. Sociedades nacionales son por ejemplo: Alemania, Francia, Inglaterra…pero además, existe otra en que éstas viven sumergidas o flotando: LA SOCIEDAD EUROPEA. Ahora bien, ello no significa que la sociedad europea consista en la convivencia de las naciones europeas. Eso no existe. Las naciones no conviven –creerlo es un error-, sólo conviven los individuos. Por tanto, en rigor, la convivencia europea es anterior a las convivencias nacionales, la cual preexistía a la formación de éstas últimas, que han ido formándose dentro de ella como coágulos más densos. Sin embargo, esa “sociedad europea” no ha llegado nunca a condensarse en la forma superlativa de sociedad que llamamos Estado. De acuerdo con Ortega, no se ha visto la realidad completa de una nación europea si se la ve como algo que concluye en sí mismo, ya que todas las naciones europeas tienen un subsuelo común.  No es posible mirar bien las naciones de Occidente sin tropezar con la unidad tras ellas operante, ni es posible observar esta unidad europea concretamente, sin descubrir dentro de ella el perpetuo movimiento de su pluralidad interna: las naciones. Esta incesante dinámica entre la unidad y la pluralidad constituye la verdadera óptica bajo cuya perspectiva hay que definir los destinos de cualquier nación occidental –a ésta meta apunta la obra de Haller, pero en el caso concreto de Alemania-.
 En definitiva, y para finalizar el post, el apéndice y la exposición de esta obra de Ortega en el blog; igual que en la misma se ha analizado el problema “ESPAÑA”; el problema “Francia”, “Inglaterra”, “Italia”, “Alemania”… en realidad son problemas que se funden en uno más amplio: “EL PROBLEMA EUROPA”. Es decir, cada uno de ellos son problemas parciales  -aunque ello no significa que sean menos importantes-, aunque más allá de la vida interior de los mismos, se levanta otro no menos importante, y que también es un problema de cada uno de estos pueblos: Europa. Porque debajo de cada uno de ellos hay una tradición con multitud de componentes idénticas. Tras ellas hay una unidad operante que comienza a configurarse en la Edad Media, esto es, los destinos de cualquier nación occidental hay que verlos desde esta perspectiva -al igual que sucedía con la España de los pueblos o regiones-. Aquí se da una incesante dinámica entre pluralidad y unidad. De este modo, y al hilo de todo ello, Ortega y Gasset finaliza el apéndice afirmando lo siguiente:[“Todo pueblo occidental al llegar a su plena integración en la hora de su preponderancia ha hecho la misma sorprendente y gigantesca experiencia: que los otros pueblos europeos eran también él o, dicho viceversa, que él pertenecía a la inmensa sociedad y unidad de destino que es Europa”]….[…el genio histórico tiene ahora ante sí esta formidable tarea: hacer avanzar la unidad de Europa, sin que pierdan vitalidad sus naciones interiores, su pluralidad gloriosa en que ha consistido la riqueza y el brío sin par de su historia.[6]”] España Invertebrada.







[1] Ortega muestra su admiración por Johan Haller (1865-1947), al que considera como un gran historiador, al tiempo que reconoce sus carencias en historia, incluso en Historia de España.
[2] Tenga en cuenta el lector que estos textos que conforman los apéndices fueron escritos por Ortega posteriormente a la publicación de la obra y, por tanto, añadidos a la misma en posteriores ediciones, como la que hemos manejado para la exposición desarrollada en este blog.
[3] Proviene de “epokhé”: apartado e interrupción.
[4] “El martillo es útil no porque él sea utilidad, sino porque tiene esa peculiar materia y esa peculiar forma que hace de él un martillo.” España Invertebrada.
[5] Este tema aparece en el “Prólogo para franceses” a la Rebelión de las masas y en Historia como sistema.
[6] Sobre el tema historiológico atienda el lector a la obra de Ortega: Las Atlántidas y Del Imperio Romano (y otros ensayos de Historiología).