jueves, 30 de octubre de 2014

El fundamentalismo democrático. La concepción materialista de la democracia.



Como ya indicamos en el anterior post, las modernas democracias son una herencia del formalismo conjuntivo[1] del Antiguo Régimen. Ahora bien, el profesor Bueno, sostiene que la oposición entre las concepciones materialistas de la democracia –y de la sociedad política en general- y la concepción formalista de la misma, no es una mera cuestión académica o taxonómica –de clasificación conceptual- , sino que hay una correspondencia con las sociedades democráticas realmente existentes en cuanto tecnologías políticas efectivas. Cuando el filósofo riojano considera el formalismo democrático como herencia de la política del Antiguo Régimen, se refiere especialmente al hecho de que se deja la capa basal – por ejemplo, la distribución de alimentos y ropas a los pobres, la educación, los cuidados médicos a enfermos, hospitales…- en manos de la sociedad civil, formada por particulares –la nueva sociedad burguesa- y especialmente por la Iglesia.  Esto es; los principales contenidos de lo que hoy llamamos Estado de bienestar –o “beneficiencia” anteriormente- quedaban al cuidado de las economías domésticas o de la caridad eclesiástica. La capa basal queda tanto teórica –nematológica- como tecnológicamente segregada del Estado –orientado a la capa conjuntiva y en menor medida a la cortical-.[2] 



Tras la reforma protestante, la Iglesia dejó de ser una agencia internacional y se fragmentó en los diversos Estados modernos en los que esos contenidos de la capa basal siguieron confiados a las economías particulares, pero sobre todo a las iglesias, ahora adscritas a los territorios propios de cada Estado. Ahora bien, respecto a todo ello, nada cambia en el Nuevo Régimen constituido tras la revolución, puesto que comienza avanzando por la capa conjuntiva del Estado y por supuesto, atendiendo especialmente en esta fase, a la capa cortical –las guerras defensivas de la Francia revolucionaria entre las potencias imperiales que la rodeaban y las ofensivas llevadas a cabo más tarde por Napoleón-. De hecho, las tres primeras generaciones de la izquierda revolucionaria que derribaron el Antiguo Régimen –la jacobina, la liberal española y la anarquista- orientaron su acción política y teórica principalmente hacia la capa conjuntiva, al traspaso de la soberanía real al pueblo, dejando la capa basal al cuidado de la sociedad civil. Por tanto, la idea de democracia comenzó a extenderse, ante todo, en el terreno conjuntivo.



Subrayada esta cuestión, Gustavo Bueno se adentra en lo sucesivo en la exposición de la concepción materialista. Primeramente, el filósofo nos sitúa convenientemente en el contexto del cuál va a partir: la evolución de la sociedad burguesa y su despliegue capitalista, que es lo que determinó la consolidación de las masas de trabajadores teóricamente libres e iguales –en el sentido de vender su fuerza por un “salario equitativo”, resultado del reparto equitativo establecido en ese modo de producción-. De este modo, esas masas de trabajadores organizados políticamente obligaban a un cambio de perspectiva en la política real –tanto en sus momentos nematológico como tecnológico-.[3] Dicha evolución toma direcciones que se aproximan, principalmente en el momento tecnológico, al materialismo político; esto es, a la incorporación en cierto modo de la capa basal a los planes y programas del Estado. Esta evolución hacia el materialismo político podría considerarse, de acuerdo con Bueno, en tres de sus corrientes principales que a continuación expondremos. En primer lugar, la llamada “Derecha Socialista” de cuño hegeliano –enfrentada al anarquismo y después a la socialdemocracia y al marxismo-; y a continuación las dos corrientes comúnmente interpretadas como de izquierdas: la Socialdemócrata y la Comunista marxista-leninista en segundo y tercer lugar respectivamente.



1) La “Derecha Socialista” de cuño hegeliano: La concepción hegeliana[4] del Estado sigue aferrada al formalismo conjuntivo y cortical, ahora bien, lo hace de tal modo que, el Estado en cuanto aparece involucrado en un proceso más amplio que no es otro que el de la evolución del Espíritu Objetivo[5] -en sus tres fases: familia, sociedad civil y Estado- no está desvinculado de la capa basal, sino que se apoya en ella puesto que la sociedad civil está siempre presupuesta por el Estado, y ésta última comprende todas aquellas instituciones orientadas a “satisfacer las necesidades” con la riqueza –esto es, a todo lo que tiene que ver con la defensa de la propiedad, administración y corporaciones-. Al contrario que Marx –que atribuye al Estado la condición de superestructura[6]-, Hegel subordina en cuanto al fin, la sociedad civil al Estado, aunque la capa basal sea anterior al Estado en su proceso físico y material. El Estado es el fin de la sociedad civil. Para Hegel el Estado es sobre todo gobierno -pero no solo poder ejecutivo- aunque no se ocupa al hablar del mismo, de su capa basal, que queda confiada precisamente a la sociedad civil –en parte a la Iglesia, en la medida en que ésta asume como propios los fines del Estado-. Hegel considera artificiosa la división de poderes atribuida a Montesquieu[7]. Por lo demás, el propio Estado hegeliano, concebido como fase superior del Espíritu objetivo, queda a su vez “envuelto” en el Espíritu absoluto, es decir, aproximadamente en lo que hoy llamamos “Cultura” en su sentido más restringido: arte, religión y filosofía. Por tanto, el Estado hegeliano se subordina a los “valores de la cultura”, valores que a su vez han de entenderse como valores concordantes con los del Estado que los promueve; en su momento por ejemplo, mediante una Kulturkampf[8] como la que promovió Bismarck cuarenta años después de la muerte de Hegel.


2)La Socialdemocracia: Esta corriente puede considerarse de acuerdo con el profesor Bueno, como una evolución de la “derecha hegeliana” y se caracteriza por su eclecticismo.[9] A continuación el filósofo –antes de centrarse en las características específicas de esta corriente- cita algunos nombres ilustres para mostrar la evolución de esta concepción de culto al Estado, como por ejemplo: Louis Blanc[10] que predicó la necesidad de contar con el Estado para llevar a cabo las reformas sociales necesarias en materia de educación y de organización de la industria y el trabajo; y Fernando Lassalle [11]fundador de la Asociación General de los Trabajadores Alemanes- que concebía el movimiento obrero desde el punto de vista nacional más estrecho y cuyas ideas ejercieron gran influencia en los congresos de Eisenach y Gotha –en los que se fundó el Partido Socialista Obrero Alemán y se consolidó el Partido Socialdemócrata Alemán respectivamente-. De hecho, muchos han visto en esta concepción de la socialdemocracia nacional una prefiguración del nacionalsocialismo de Hitler –desde la Unión Soviética por ejemplo, esta concepción fue considerada como “socialfascismo”-. Por otra parte, en esta línea, aunque divergente de los nazis, se concibieron el New Deal de Roosevelt[12], la doctrina de Keynes[13] y el Plan Beveridge[14]  para un Estado de bienestar.



Sin embargo, el profesor Bueno subraya que: “…el adjetivo “social”, que se agregó al adjetivo “demócrata” (y que en 1848[15] se refería directamente a la república), aunque aludía desde luego a los contenidos más propios de la capa basal, no hacía esta alusión directamente, sino a través de los componentes sociales de la República.” El Fundamentalismo Democrático. Es decir, la esfera económica y sus leyes propias no se consideraban en sí mismas como determinaciones del Estado y de su proceso político, al modo del materialismo histórico o económico[16]; se consideraban como medios para dar solución a los problemas sociales, sin tener en cuenta que estos problemas, acaso derivaban ellos mismos de la esfera económica. Por eso “las conjunciones republicano-socialistas” fueron siempre artificiosas, porque la solidaridad entre ellos sólo se mantenía contra terceros. Los socialdemócratas podrían ser republicanos, pero éstos últimos no tenían por qué ser socialistas. En definitiva, la concepción socialdemócrata siempre ha confiado en que el progreso gradual y moderado dentro de cada Estado nacional podrá resolver pacíficamente la cuestión social, pero sin olvidarse del resto de naciones socialdemócratas y los lazos internacionales que es preciso mantener entre ellas, confiando en la armónica sincronía entre las mismas en su común destino hacia el socialismo. Teniendo en cuenta esto, Gustavo Bueno afirma: “Después de la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo después de la Guerra Fría, las democracias nacionales homologadas, principalmente las democracias parlamentarias socialdemócratas, acentuaron en nombre del humanismo y de los derechos humanos, las tesis de la armonía entre las diferentes naciones democráticas y aun la inminencia de una “alianza de las civilizaciones” “. El Fundamentalismo Democrático.


3)El Comunismo marxista-leninista: Esta corriente incorpora explícitamente la capa basal al Estado, pero sustituye la democracia burguesa por la dictadura del proletariado. Es decir, fue el materialismo histórico de cuño marxista quien afirmó la necesidad de incorporar directamente a la definición del Estado y de la democracia la esfera económica –la capa basal- como fundamento del propio Estado, pero en la fase de la dictadura del proletariado. Ahora bien, hay que tener en cuenta que la tesis central del materialismo económico –en cuanto materialismo histórico- establecía que la esfera económica tal y como aparece en el modo de producción capitalista, feudal, esclavista… implicaba ante todo una apropiación de los medios de producción por parte de una determinada clase, los expropiadores que utilizaban la fuerza de trabajo de los proletarios o expropiados. De esta doctrina no sólo se deriva la tesis de la lucha de clases como motor de la historia, sino la del Estado como resultante de una conspiración de los explotadores para mantener la explotación. Esta situación aunque tuviera como escenario los territorios de cada nación política, era una cuestión propiamente internacional, es por ello, por lo que los comunistas consideraban que cualquier programa revolucionario debía ser a esa escala.



De hecho Lenin[17] consideraba que la revolución rusa de 1917 –considerada esta nación como el eslabón más débil en la cadena formada por los Estados capitalistas- fracasaría si los demás eslabones, empezando por Alemania, no lograban hacer triunfar la revolución. Ahora bien, la revolución es imposible sin contar con el Estado, pero no contando con el Estado como el fin definitivo –al modo socialdemócrata- sino a través de una transitoria dictadura del proletariado orientada a la extinción del Estado en una primera “fase dolorosa de la sociedad comunista” al igual que en su día brotó de la sociedad capitalista “tras un largo y doloroso alumbramiento”. Porque el derecho tal y como apunta el profesor Bueno, no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo histórico de la sociedad por ella condicionada. Definitivamente, Gustavo Bueno considera que en ese Estado final no cabría hablar de democracia, puesto que la misma sólo tiene significación en el ámbito del Estado. Al extinguirse el Estado, la democracia desaparece porque entre otras cosas también desaparecerían las relaciones de igualdad o desigualdad entre los hombres que participan en una tarea común. Y ahí, ya no regirá ninguna ley de reparto equitativo guiado por la igualdad aritmética[18], en todo caso para hablar de reparto equitativo habría que acudir a una concepción de igualdad proporcional[19] –analógica o geométrica- que, sin embargo, se funda como toda analogía, precisamente en la desigualdad más radical.


Por último, y una vez expuestas las tres corrientes del materialismo político con las que el profesor Bueno nos pone en antecedentes, vamos a exponer sucintamente la concepción de Estado del materialismo filosófico. Su posición tanto frente a la socialdemocracia como frente al comunismo marxista-leninista, implica invertir las tesis marxistas sobre el Estado, a saber: “El Estado no es el resultado de la lucha de clases, sino que la lucha de clases comienza con el Estado.” El fundamentalismo democrático. El profesor Bueno considera que cada sociedad política se define precisamente por la apropiación de un territorio, y antes de la mencionada apropiación no existe el derecho de propiedad, porque el derecho de propiedad aparece con el Estado. Es decir, cualquier grupo humano extenso que se ha apropiado de un territorio, carece de todo derecho positivo[20] hacia ese territorio –no cabe apelar al derecho del primer ocupante, puesto que es un derecho positivo instituido ya en el ámbito del Estado[21]-.



Por tanto, el territorio ocupado y sus riquezas –bosques, ganados, tierras, subsuelo, petróleo, metales…esto es, sus recursos naturales[22]- son la base imprescindible de toda sociedad política, es decir, SU CAPA BASAL. El nombre tradicional de este territorio, digamos, “basal” o “tierra de los padres” es el de Patria –el territorio basal es siempre, en parte o en todo, un territorio heredado-; por ello el “patriotismo”[23] se refiere desde la perspectiva materialista a ese territorio basal. El grupo ocupante se constituye como sociedad política precisamente para vivir en su territorio y de su territorio, que se irá consolidando como tal en el transcurso del tiempo. La patria se va haciendo en la historia, es más una idea histórica que geográfica –al igual que le ocurre a la de Nación política-. En función de la capa basal se irán organizando las restantes capas del Estado, es decir, la cortical –para defenderse de los pueblos exteriores virtuales atacantes- y la capa conjuntiva –para administrar y regular la capa basal en función de los fines de la propia sociedad política-.

Y en estas regulaciones, en primer plano aparece la de los repartos interiores del territorio ocupado: aquí es dónde surge la propiedad en sentido jurídico estricto, como propiedad privada, y el derecho positivo a ella establecido por el grupo social que controla la ocupación del territorio. El reparto será desigual quedándose muchos individuos sin nada. Por lo tanto, las clases sociales en función de la propiedad privada de los medios de producción, surgirán de esa situación. No obstante este conflicto no anulará la condición de dueños –sin embargo de propietarios sí- del territorio apropiado –de la patria-, que corresponde a los desposeídos de la propiedad. Esta es la razón por la cual el Estado constituido en el territorio ocupado tiene características comunes independientemente de la forma que adopte –sea oligarquía, tiranía, democracia…- Lo decisivo aquí, es que estas formas no son separables de la Nación ni de los territorios en los que ella subsiste, es decir, de la Patria.



Y ya para finalizar el post, cabe señalar que el profesor Bueno -una vez expuesta su postura al respecto-  concluye que la “democracia” en abstracto carece de  todo sentido. Esto es, ello equivale a definirla confinada en una capa conjuntiva abstracta que no estaría referida a ninguna Nación. Ahora bien, la democracia conjuntiva es preciso referirla a su capa basal y cortical, y este punto es esencial. De acuerdo con el filósofo riojano, el auge de la ideología formalista –en su distanciamiento respecto de la capa basal-  propia del fundamentalismo democrático, puede estar alimentado por una voluntad de segregación –y no un “olvido”- respecto de la capa basal -de la Patria- a fin de alcanzar la independencia –aun manteniéndose dentro de las formas democrático-conjuntivas como sería el caso de cualquier partido secesionista[24]- o bien la alianza con potencias políticas distintas. De este modo, el formalismo democrático deja de ser una mera teoría académica abstracta –que abstrae la capa basal y cortical, respecto de la capa conjuntiva del Estado- y se convierte en un instrumento ideológico orientado a separar la capa conjuntiva, no ya tanto de la capa basal en general, sino de la capa basal que constituye el núcleo de la Nación política cuya unidad se pretende disgregar.



Esta es por tanto la conexión más importante que el materialismo filosófico establece entre la capa conjuntiva de la sociedad democrática y su capa basal, que es, como hemos dicho, el núcleo de la idea de Patria. Por ello, aunque ciertos Estados sean democráticos según su capa conjuntiva, no por ello, podrán ser afines o aliados en  sus relaciones mutuas. De hecho, pueden ser enemigos a muerte, enfrentándose en torno a una capa basal de referencia, es decir, enfrentándose en defensa de sus bienes y de su patrimonio. Quienes buscan disociar sistemáticamente la democracia de su núcleo basal –de la tierra de los padres o Patria- o bien están impulsados por el idealismo formalista más ingenuo –propio de jurisprudentes puros-, bien movidos por una saña insaciable, alimentada por ideologías del corte que sean. En el caso de España como dice Bueno, por una memoria histórica corrompida que lleva a confundir a España, esto es, “la Patria o tierra de los padres”, con el  franquismo. La democracia es una modulación de la sociedad política; pero lo esencial en la misma es la estructura de sus capas y no los “arreglos o formas conjuntivas” según las cuales se nos presenta. Ahora bien, afirma el profesor Bueno: “… es enteramente gratuito suponer que las diversas sociedades políticas que se reparten muy desigualmente la Tierra formen parte de una armónicamente preestablecida sociedad universal. También es gratuito suponer que puedan alcanzar esa armonía a partir del “sentimiento taxonómico” de estar envueltas por el Género humano. Incluso si todas las sociedades alcanzasen la forma de las democracias parlamentarias, su unidad armónica no estaría asegurada. La democracia es siempre una modalidad en equilibrio inestable no solo en el terreno de sus realidades internas, sino también en el plano internacional.” El fundamentalismo democrático.

Próximo post: Las democracias realmente existentes como sujetos del predicado propio "corruptibles". 



[1] Concepción política que segrega las capas basal y cortical de la sociedad política, o bien las considera única y exclusivamente a través de la capa conjuntiva, que es, digamos,  la que constituye la sociedad política. El Estado se orienta a las capas conjuntiva  -sobre todo- y cortical –en menor medida- y segrega por completo a la basal. 


[2] Para una correcta comprensión de los  términos capa conjuntiva, basal y cortical de la sociedad política –básicos en el post y en la concepción de Gustavo Bueno- remitimos al lector fundamentalmente a la entrada anterior. No obstante, en resumen, la capa conjuntiva se refiere a los tres poderes políticos principales: ejecutivo, legislativo y judicial; la basal, a todos los asuntos concernientes a la economía en el sentido amplio del término, y por último la cortical, a los asuntos de política exterior.


[3] El momento técnico o tecnológico respecto a la democracia, por ejemplo, hace referencia a una serie de elementos como puedan ser la práctica regulada y controlada de las elecciones de los candidatos a concejales, diputados, ministros…mientras que al momento ideológico y/o nematológico, pertenecerían las doctrinas acerca de la soberanía del Pueblo, o de la incorruptibilidad intrínseca de la democracia. No obstante, por analogía, y respecto al segundo, el momento nematológico –ideológico- de cualquier institución –sea o no política- desborda los límites de su estricto contenido doctrinal, ideológico, mítico o filosófico, subrayando su capacidad de influencia a lo largo de una línea que engloba a determinados componentes ideológicos de las instituciones.


[4] Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770Berlín, 14 de noviembre de 1831), filósofo alemán considerado como el más importante de la corriente idealista alemana y uno de los más influyentes en la historia de la filosofía. Recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario de la Iglesia Protestante en Wurtemberg), donde trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Le fascinaron las ideas de la Revolución Francesa, las cuáles acabó rechazando cuando esta cayó en manos del terror jacobino. Su filosofía dialéctica es fundamental en la historia de la filosofía, la cual tuvo un profundo impacto en el materialismo histórico de Karl Marx. La relación intelectual entre Marx y Hegel ha sido una gran fuente de interés por la obra de Hegel.  Derecha hegeliana: Tras la muerte de Hegel, sus seguidores se dividieron en dos corrientes principales y contrarias, atendiendo principalmente a la interpretación, valoración y desarrollo de la posición de Hegel respecto a los problemas religiosos y teológicos. Los hegelianos de derecha, discípulos directos de Hegel en la Universidad de Berlín, defendieron la compatibilidad entre hegelianismo y cristianismo y el conservadurismo político de la restauración de los sistemas monárquicos tras las guerras napoleónicas. Y por otro lado la izquierda hegeliana, que mantuvo en un principio una interpretación panteísta, además de negar la inmortalidad personal, pero que más tarde se volvería naturalista y ateísta. El autor más destacado de la izquierda hegeliana fue Karl Marx; de hecho él y Engels revolucionaron las teorías hegelianas de la sociedad y de la historia.


[5] Aunque aquí, ni pretendemos ni es posible dar una explicación más o menos detallada, no ya de la filosofía de Hegel respecto al Espíritu, sino siquiera respecto al Espíritu Objetivo, trataremos de señalarlo a grosso modo como recordatorio y/o aclaración -a pesar de la dificultad que pueda entrañar Hegel incluso para los lectores versados en filosofía-. El Espíritu Subjetivo es el espíritu individual, afincado en la naturaleza humana y en marcha continua hacia la conciencia de su independencia y libertad. A través de los grados de la sensación y del sentimiento, fases corporales que facilitan el acceso a la entrada en sí mismo, el Espíritu subjetivo llega a su conciencia, al entendimiento y finalmente a la razón. Liberado el Espíritu Subjetivo de su vinculación a la vida natural, puesto como conciencia pura de sí mismo, se realiza en el Espíritu objetivo en sus tres momentos: como Derecho, como Moralidad y como Eticidad. El Derecho constituye el grado inferior de las realizaciones del Espíritu objetivo, porque afecta únicamente a la periferia de la individualidad: la Moralidad, en cambio, agrega a la exterioridad de la ley la interioridad de la conciencia moral. Pero esta interioridad, cuyo carácter subjetivo la hace inadecuada para la plena realización del Espíritu objetivo, debe dar paso inmediato a la Eticidad, a la ética objetiva que se realiza en lo universal concreto de la familia, de la sociedad y del Estado, síntesis de la exterioridad de lo legal y de la arbitrariedad subjetiva de lo moral. El Estado no es un mero protector de los intereses del individuo como tal, de su libertad subjetiva, sino la forma más elevada de la ética objetiva, la plenitud de la idea moral y la realización de la libertad objetiva. El Estado es el universal concreto, la verdadera síntesis de la oposición entre la familia y la sociedad civil, el punto de detención y de reposo del Espíritu Objetivo. La síntesis del Espíritu subjetivo y el objetivo es el Espíritu Absoluto, que a su vez se auto-despliega en la intuición de sí mismo como arte, en la representación de sí mismo como religión y en el absoluto conocimiento de sí mismo como filosofía.


[6] La tesis básica del materialismo histórico de Marx es que, la superestructura –el Estado-  depende de las condiciones económicas en las que vive cada sociedad, de los medios y fuerzas productivas (infraestructura). La superestructura no tiene una historia propia independiente, sino que está en función de los intereses de clase de los grupos (clase/s dominante/s) que la han creado. Los cambios en la superestructura son consecuencia de los cambios en la infraestructura. Esta teoría tiene importantes consecuencias: Por un lado, la completa comprensión de que cada uno de los elementos de la superestructura sólo se puede realizar con la comprensión de la estructura y cambios económicos que se encuentran a su base. Por otra parte, la idea de que -en última instancia- no es posible la independencia de la mente humana, del pensamiento, respecto de las condiciones materiales específicas en las cuales se está inmersa la sociedad.


[7] Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (Château de la Brède, 18 de enero de 1689 - París, 10 de febrero de 1755), fue un cronista y pensador político francés que vivió durante la Ilustración. Es uno de los pensadores y ensayistas ilustrados más relevantes en especial por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que se da por descontada en los debates modernos sobre el gobierno y el Estado. Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu crítico de la Ilustración francesa.


[8] El Kulturkampf  - lucha o combate cultural- fue el nombre dado por Rudolf Virchow a un conflicto que opuso entre 1871 y 1878 al canciller del Imperio alemán, Otto von Bismarck, a la Iglesia católica y al Zentrum - partido de los católicos alemanes , que era contrario a la unificación alemana bajo hegemonía prusiana y al centralismo bismarckiano, y era partidario de Austria, del federalismo, de los particularismos de los Estados católicos (Baviera) y de las reivindicaciones de las minorías nacionales (alsacianos, polacos, etc.)- Para Bismarck, prusiano y protestante, el catolicismo era un elemento extraño que amenazaba la unidad del nuevo Imperio alemán (18 de enero de 1871). Fue esencialmente un conflicto legislativo del gobierno en el plano confesional contra el catolicismo político desde el parlamento, con el apoyo de partidos tradicionalmente liberales y anticlericales. Ideológicamente las acciones gubernamentales tenían una base pangermanista y anticatólica que llevaron a una fuerte tensión a nivel jurídico-legislativo entre el secularismo y la libertad religiosa.


[9] Modo de juzgar u obrar que adopta una postura intermedia, en lugar de seguir soluciones extremas o bien definidas.


[10] Louis Jean Joseph Charles Blanc (29 de octubre de 1811, Madrid6 de diciembre de 1882, Cannes) fue un político e historiador francés. Educado en el odio de la Revolución Francesa y alejado de las tesis socialistas, Louis Blanc descubrió la condición obrera en Arras donde, de 1830 a 1832, fue el preceptor del hijo de un industrial propietario de una importante fundición. Impactado por las desastrosas consecuencias sociales de la revolución industrial, decidió volver a París para dedicarse al periodismo. Posteriormente se vinculó a las ideas de Saint-Simon.


[11] Ferdinand Lassalle (Breslau, Confederación Germánica -actualmente en Polonia-; 11 de abril de 1825 - Carouge, Suiza; 31 de agosto de 1864) fue un abogado y político socialista alemán de origen judío. Durante su participación en la revolución alemana de 1848, por la que fue encarcelado, entabló amistad con Karl Marx. A partir de 1860 colaboró con el movimiento obrero y los sindicatos y fue uno de los fundadores de la Asociación General de Trabajadores Alemanes en 1863. En 1875 durante el congreso de Gotha la Asociación se unió con los marxistas agrupados en el Partido Obrero Socialdemócrata para formar el Partido Obrero Socialista de Alemania, que luego pasó a llamarse Partido Socialdemócrata de Alemania. Lassalle pensaba que la humanidad estaba regida por oportunidades fuera de control del individuo, por lo que se hacía necesario que el estado tomase a su cargo la producción y distribución a favor del bienestar social y para lograr que los trabajadores se beneficiaran del aumento de la productividad, es necesaria la intervención del estado a fin de proteger al débil del fuerte. Además apoyó la idea prusiana de unificación "por arriba" de Alemania; defendiendo a su vez a Bismarck como el artífice para esa unión.


[12] Franklin Delano Roossevelt (Hyde Park (Nueva York), 30 de enero de 1882Warm Springs (Georgia), 12 de abril de 1945); fue un político, diplomático y abogado estadounidense, que alcanzó a ejercer como el trigésimo segundo presidente de Estados Unidos entre los años 1932 y 1945 en el que murió. Miembro del Partido Demócrata y de la Logia "George Washington" de masones, inició su carrera política desde muy joven, formando parte del comité conjunto que constituye la denominada Secretaría de Defensa de Estados Unidos, asumiendo desde ahí –de facto- , todas las funciones de las Fuerzas Armadas Estadounidenses. El New Deal –o Nuevo Trato- fue una nueva política económica que llevó a cabo Roossevelt cuando ganó las elecciones de 1932 para afrontar la “Gran Depresión” que se iniciaba con la crisis de 1929. El New Deal consistió en estimular el gasto público mediante la inversión en infraestructuras –y dando empleo, de ese modo, a muchos ciudadanos- modernizando significativamente el país. No hay ninguna prueba de que el New Deal tuviera eficacia en la lucha contra la crisis, que perduró hasta que Estados Unidos movilizó su economía con la Segunda Guerra Mundial. En cambio, su éxito es innegable en el plano social, puesto que puso en marcha numerosos programas de ayuda social que, aunque imperfectos y experimentales fueron claves en el futuro mejoramiento de la democracia americana. 


[13] John Maynard Keynes, primer barón Keynes (5 de junio de 188321 de abril de 1946) fue un economista británico, considerado como uno de los más influyentes del siglo XX, cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías y políticas económicas. La principal novedad de su pensamiento radica en considerar que el sistema capitalista no tiende al pleno empleo ni al equilibrio de los factores productivos, sino hacia un equilibrio que solo de forma accidental coincidirá con el pleno empleo. La principal conclusión de su análisis es una apuesta por la intervención pública directa en materia de gasto público que permite cubrir la brecha o déficit de la demanda agregada. Está considerado también como uno de los fundadores de la macroeconomía moderna.


[14] William Henry Beveridge, primer Baron Beveridge de Tuggal, (Rangpur, actual Bangladés, 5 de marzo de 1879 - Oxford, Reino Unido, 16 de marzo de 1963) fue un economista y político británico. Es uno de los responsables de la creación de los planes sociales avanzados en beneficio de los trabajadores. Se le conoce fundamentalmente por su informe de 1942, Social Insurance and Allied Services (conocido como el "Primer informe Beveridge") que proporcionó las bases teóricas de reflexión para la instauración del Welfare State –Estado del Bienestar- por parte del gobierno laborista posterior a la Segunda Guerra Mundial.


[15] Se refiere  a la revolución de 1848, en la que se hizo popular un grito muy significativo  ,inspirado en las ideas de Louis Blanc: “Vive la Republique democratique et social!”.


[16] La concepción materialista de la historia (también conocida como materialismo histórico), es un término acuñado por el marxista ruso Georgi Plejánov, que alude al marco conceptual identificado por Karl Marx y usado originalmente por él y Friedrich Engels para comprender la historia humana. Aunque el materialismo histórico se halla estrechamente ligado al comunismo marxista, historiadores, sociólogos e intelectuales no ligados al comunismo marxista han tomado elementos de aquel para elaborar sistemas y enfoques materialistas para el estudio de la historia. El materialismo histórico investiga la sociedad humana, tratando de hacerlo sin presupuestos ideológicos, partiendo de los individuos empíricos y las relaciones que establecen entre ellos. A diferencia de los enfoques que muestran al capitalismo como un sistema estático o como el producto de una evolución "natural" del ser humano, la investigación histórico-materialista revela su carácter histórico y por lo tanto transitorio en el desarrollo de la humanidad. Marx y Engels aplicaron esta nueva concepción de la historia al análisis de los hechos políticos y sociales del pasado y de su época y a la creación de una nueva corriente del socialismo, que a la toma de partido por el comunismo y la lucha de clases proletaria sumaba el estudio científico de la sociedad burguesa y de la transición de ésta a la sociedad comunista. Al explicar las revoluciones políticas y sociales por la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y por la lucha de clases, Marx y Engels combatieron tanto la visión burguesa de la historia basada en la historia de las ideas y de los "grandes hombres" como las corrientes socialistas que deducían la lucha por el socialismo de los ideales abstractos de Justicia, Libertad e Igualdad.


[17] Vladímir Ilich Lenin (Simbirsk 1870 -Gorki 1924), fue un político, revolucionario, teórico político y comunista ruso. Líder de la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, se convirtió en el principal dirigente de la Revolución de Octubre de 1917. En 1922 fue nombrado presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, convirtiéndose en el primer y máximo dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Políticamente marxista, sus contribuciones al pensamiento marxista reciben el nombre de leninismo. Ya en el poder, Lenin procedió a aplicar distintas reformas que incluían la transferencia del control de propiedades y tierras de manos de la aristocracia, la antigua corona o terratenientes al Estado o a los trabajadores soviéticos. Frente a la amenaza de una invasión por parte del Imperio Alemán, firmó un tratado de paz que llevó a su salida de la Primera Guerra Mundial. En 1921, el gobierno de Lenin instauró la Nueva Política Económica, que combinaba elementos socialistas y capitalistas, iniciando el proceso de industrialización y recuperación del país tras la guerra civil rusa. Después de su muerte, el leninismo dio lugar a diversas escuelas de pensamiento, entre las que se pueden citar el marxismo-leninismo y el troskismo, de Stalin y Trotski respectivamente, que lucharon por el poder en la URSS, ambos declarándose seguidores más fieles de Marx y Lenin que el otro. 


[18] Es la igualdad o equilibrio en el intercambio de bienes entre individuos –también llamada justicia conmutativa-. Se trata de la igualdad particular que se da en los intercambios entre personas que son consideradas como iguales (cada cuál debe, por tanto, recibir tanto como da). Por ejemplo, es justa la igualdad de trato en las relaciones comerciales si alguien vende una casa, y no se le paga con un par de sandalias, sino con algo de igual valor.  La igualdad de valor de los bienes que se intercambian es una condición básica para que el trato pueda considerarse justo y equitativo.


[19] La Justicia como igualdad proporcional –tal y como apunta Aristóteles- significa dar a cada uno lo que es suyo, o lo que le corresponde. Lo que le corresponde a cada ciudadano tiene que estar en proporción con su contribución a la sociedad, sus necesidades y sus méritos personales.


[20] El llamado “derecho natural o Iusnaturalismo” es, de acuerdo con Bueno, un concepto metafísico.  Y es una teoría ética y jurídica (derecho) que defiende la existencia de derechos del hombre fundados o determinados en la naturaleza humana, universales, anteriores y superiores (o independientes) al ordenamiento jurídico positivo y al Derecho fundado en la costumbre. Mientras que el “derecho positivo” es la tesis opuesta, a saber; es el conjunto de normas jurídicas escritas, esto es, toda la creación jurídica del órgano estatal que ejerza la función legislativa. El derecho positivo puede ser de aplicación vigente o no vigente, dependiendo si la norma rige para una población determinada, o la norma ya ha sido derogada por la promulgación de una posterior. No sólo se considera derecho positivo a la ley, sino además a toda norma jurídica que se encuentre escrita (decretos, acuerdos, reglamentos, etc.) El concepto de derecho positivo está basado en el iuspositivismo, que es una corriente filosófico-jurídica que considera que el único derecho válido es el que ha sido creado por el ser humano. El hombre ha creado el Estado y en él ha constituido los poderes en los que se manifestará la soberanía; el poder legislativo es quien originariamente crea el derecho mediante las leyes.


[21] Cualquier pueblo podrá ocupar ese territorio si le interesa, y la única razón para no hacerlo, es la resistencia que oponga el primer ocupante. Por ello, a medida que los grupos humanos se van asentando en territorios definidos, los mismos, todavía no divididos en clases, se asentarán y defenderán la ocupación de su territorio resistiendo a los terceros que también pretenden ocuparlo en nombre de su “derecho natural” –porque realmente les interesa-.


[22] Comentamos anteriormente que la capa basal hacía referencia a los asuntos económicos de la sociedad política en un sentido amplio;  ahora bien, en éstas líneas puede parecer que no es así y confundir al lector, puesto que Bueno está hablando del origen del Estado, como un territorio ocupado con una serie de riquezas naturales; ahora bien ¿qué es sino la economía originariamente, si no es la gestión, administración, organización, distribución… de los recursos naturales de un territorio dado?


[23] En vano se pretenderá sustituir, critica Gustavo Bueno –como en el caso de Habermas (reconocido filósofo alemán contemporáneo)- este patriotismo genuino por un patriotismo conjuntivo, esto es, un patriotismo formalista de legistas (de personas versadas en leyes y jurisprudencia) denominado “patriotismo constitucional”, como si la Patria resultase de la Constitución y no al contrario. Según el materialismo filosófico, la Constitución evidentemente resulta de la Patria.



[24] Estos partidos insisten más en su vocación democrática cuanto más se esfuerzan por quitar importancia a la unidad basal o territorial de la Nación a la que pertenecen. Por ejemplo, los partidos nacionalistas en España.