lunes, 13 de mayo de 2013

España Invertebrada. Apéndices III. El poder social: Artículo I [El político].

Con este post titulado “El Político”, iniciamos una serie de cinco entradas que se corresponden con los artículos que constituyen el presente apéndice denominado por Ortega: “El poder Social. [El caso de España]”. Los cinco textos que componen este “tercer” apéndice, están articulados por el concepto de “Poder Social”[1] –prestigio social-,  y versan sobre una serie de temas que a priori, pueden parecer alejados de los problemas tratados en “España Invertebrada”, cuando en realidad no es ese el caso, sino que tratan cuestiones que, aunque accesorias, no son por ello menos importantes en relación con el núcleo esencial expuesto en la obra. En lo que sigue, y a modo de índice, subrayamos el contenido de las distintas partes: El autor dedica el primer escrito a la figura del político, el segundo texto a la institución de la iglesia; en el tercero pone su mirada en la profesión literaria, mientras que en el cuarto hace especial hincapié en el análisis del concepto de poder social en el caso particular de España; y por último, en el quinto artículo, aborda la institución del dinero.  Al igual que ocurre con el apéndice anterior, e independientemente de la relación mantenida con el conjunto de la obra, consideramos que el enfoque que el filósofo madrileño aporta a estas cuestiones, hace que gocen de un elevadísimo interés.
Ortega comienza el presente apartado exponiendo un ejemplo muy ilustrativo: “Un hombre de negocios crea una industria; el ingenioso producto de ella encuentra compradores, y el industrial se enriquece. El pintor que pinta un buen cuadro suscita en los aficionados al arte simpatía y admiración. El escritor que logra dotar a su prosa de amenidad, evidencia, sutileza, atrae para ella un círculo de lectores que, agradecidos, le dedican su estimación. En estos tres casos vemos que la acción de un hombre –industria, cuadro, obra literaria- produciendo ciertos efectos en su contorno social. Si a la capacidad de producir efectos llamamos poder, diremos que estos tres hombres poseen determinado poder. Hasta aquí nada reclama atención especial. Es natural que una acción produzca resultados proporcionados.” España Invertebrada. A este planteamiento, a continuación, Ortega añade: “Pero si comparamos dos escritores, uno de ellos de actitud independiente y otro ligado a una inspiración partidista, notamos que el mismo esfuerzo realizado trae consigo efectos totalmente diferentes. A la estimación proporcionada que a la obra de uno y de otro se corresponde, se agrega en el caso del escritor partidista una resonancia y eficacia que le falta a la del otro”. España Invertebrada.  
Ortega y Gasset a raíz del ejemplo expuesto, considera, que eso supone que el partido y/o su entorno toma la obra de su escritor y, propagándola, comentándola, enalteciéndola, aumenta enormemente sus efectos sociales; por tanto su poder. De acuerdo con el autor, ello nos obliga a distinguir entre el poder propio de una acción  -y reflejamente, de la persona que la ejecuta-  y el poder añadido que el grupo le proporciona. Por tanto, este poder añadido por el grupo al poder propio de la persona es una reacción utilitaria movida por los intereses del grupo. Es por ello, por lo que también es un poder limitado, circunscrito al grupo y al radio de sus interesados. A veces el favor y aumento que ofrece a la persona resta a ésta poder propio. Pero no sólo el grupo, sino que el círculo particular de la sociedad añade poder a la persona, esto  es, en ocasiones el poder añadido a la persona procede de la sociedad entera; entonces éste es limitado y automático. Por tanto, dondequiera que la persona favorecida aparezca se producirán efectos sociales, es decir, cada palabra y cada gesto suyo tendrán sorprendente resonancia. Si se analizan casos, siempre se advertirá con sorpresa, la desproporción entre su poder propio y el que le llega gratuitamente de la atención colectiva.  A todo ese conjunto de síntomas Ortega lo llama “Poder social”.
Ahora bien, ¿Quién tiene y quién no tiene poder social? De acuerdo con Ortega hay oficios a los cuales va -con aproximada normalidad-  adscrita cierta dosis de poder social. Como por ejemplo en España, EL HOMBRE POLÍTICO –medio- que ha sido gobernante o está en propincuidad de serlo, goza de un enorme poder social: “Cualquier mequetrefe que durante veinticuatro horas ha asentado sus nalgas en una poltrona ministerial queda para el resto de su vida como socialmente consagrado” España Invertebrada. Todos los resortes específicamente sociales funcionan en su beneficio, aunque sus dotes individuales sean escasas o inexistentes. El filósofo madrileño piensa que este poder social existe y funciona, aunque individualmente no queramos reconocerlo, y de hecho, así lo expresa: “Por esto es social ese poder: su realidad no depende de la anuencia libre que cada individuo quiera prestarle, sino que se impone al albedrío particular.  Rige inexorable la paradoja de que, siendo la sociedad una suma de individuos, lo que de ella emana no depende de éstos, sino que al revés, los tiraniza.” España Invertebrada.
Con respecto al poder social anejo al político, tal y como comenta el autor, también cabe decir que, en rigor, el oficio de gobernar es una función poco más o menos tan limitada y circunscrita como cualquier otra. No hay una razón clara para que a un hombre político se le rindan todos los resortes sociales, que son, en su mayor parte, independientes del Estado. Y la prueba de que hay un nexo esencial entre el oficio de político y el poder social está en el hecho de que la dosis de éste concedida al político varía según las naciones. Para el filósofo madrileño, no existe en Europa -excepto los Balcánicos- otros países dónde el político disfrute de poder igual que España. “He aquí un buen ejemplo de las cosas raras que abundan en la vida española y que un extranjero curioso no logra nunca explicarse. Pues el razonamiento que en vía recta inspira este hecho sólo puede ser el siguiente: si el hombre político goza en España de máximo poder social será porque es el español  un pueblo eminentemente político, preocupado por los asuntos de gobierno, atento y activo en ellos. Todos sabemos que esta consecuencia lógica no puede ser más falsa. El pueblo español actúa políticamente mucho menos que cualquiera de los otros pueblos europeos”. España Invertebrada. Alemania o Francia por ejemplo, son países eminentemente políticos sin que sus representantes gocen de tan elevado "prestigio" social; sin embargo en nuestro país, el hombre político medio goza de un sorprendente y enorme poder social, mucho mayor que el de esas otras naciones mencionadas.
El poder social es una de las mayores fuerzas que integran la organización dinámica de un pueblo. Hay que tener en cuenta la fabulosa multiplicación de la  influencia personal que él proporciona. Un pueblo es, a la postre, lo que sea el tipo de hombres favorecidos por esa mágica energía. Esto es, no vale de nada que en una nación existan muchos genios y hombres de gran poder propio, ya que, por sí solos no podrán influir en gran medida en toda una nación. “…es menester que la masa preste a esos hombres la fuerza gigante del poder social que en su vasto cuerpo anónimo reside.” España Invertebrada. Por tanto, ese exceso de poder social que en España goza el político o gobernante constituye un enigma que luego se convierte en una clave luminosa, piensa el filósofo madrileño. Es decir, que la diferencia entre otras naciones europeas y España con respecto a ello, reside en que en esas otras naciones más políticas que la nuestra, se concede gran poder social a muchos otros oficios y clases de hombres, por lo que el político por muy favorecido que se halle, tiene que competir con ellos y pierde el rasgo desmesurado de poder social que sí hay en España. Es por ello, por lo que el hombre político español posee más fuerza social que el francés o el alemán, porque la ausencia de otras fuerzas parejas hace que quede monstruosamente destacado. Sin embargo, y teniendo en cuenta la cuestión anteriormente planteada, Ortega y Gasset finaliza el artículo considerando que también es totalmente pertinente, hacernos la siguiente pregunta: ¿Por qué en nuestra tierra el cura y sobre todo el alto clero no han tenido o no han usufructuado un gran poder social?Porque aunque lo parezca, no ha sido así, o no ha sido en la gran medida del político. El autor considera que analizando el matiz de los hechos en este punto, se descubre un secreto de la dinámica nacional española que se desvela en el siguiente artículo.

Proximo post: Apéndices III: El poder social [El caso de España]. Artículo II [La Iglesia].




[1] [Esta serie de cinco artículos se publicó en el diario El Sol los días 9, 23,y 30 de octubre, y 6 y 20 de noviembre de 1927].

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