jueves, 25 de septiembre de 2014

¿Qué es una democracia? Los dos momentos de las sociedades políticas democráticas: el momento técnico y el momento ideológico.

Para abordar la problemática respecto a la democracia tal y como la plantea Gustavo Bueno, en primer lugar, es conveniente explicar por qué dura tanto una democracia corrompida y no  por qué presenta signos de corrupción unas supuesta democracia incorruptible. Dado el supuesto de la corruptibilidad de todos los sustratos en general –incluidos los políticos en particular-, el análisis de la corrupción se plantea en función de la estabilidad. Es decir, de acuerdo con el profesor Bueno, el problema de la corrupción -de algo que parecía eterno- y el asombro ante ello, no se produce a propósito de los fenómenos de corrupción, sino precisamente a propósito de los fenómenos de incorruptibilidad. El problema de la corrupción afirma el filósofo: “No es la constatación o la denuncia de la corrupción política, cada vez más generalizada, la que se nos ofrece como un fenómeno anómalo y paradójico que, a lo sumo, podría ser explicado mediante la metáfora organicista de la enfermedad profunda, pero contagiosa, que puede llegar a socavar “los principios de solidaridad, igualdad, legalidad o confianza pública en la justicia” que se atribuyen ingenuamente, de modo idealista, a la estructura misma de las sociedades democráticas, y no a su ideología, y que impulsan a imponer como causa de esta enfermedad al crimen organizado.” El fundamentalismo democrático.

Es como si un médico dijera ante una epidemia de, por ejemplo, peste bubónica, que ella socavará los principios del metabolismo biológico y la confianza en el ambiente y en los alimentos que se han utilizado comúnmente durante siglos, y que por tanto su causa es la criminalidad organizada del sistema formado por los bacilos de Yersin[1] y las ratas que los transportan. Es decir, metodológicamente lo que habrá que explicar es, por un lado; por qué se mantienen durante siglos sistemas políticos que son a todas luces corruptos -al menos en su superficie- aunque se presenten como si fueran incorruptibles en su sustancia, y por otro lado; hasta qué punto los sistemas políticos de la democracia suelen concebirse a sí mismos como incorruptibles –o como si “debieran ser incorruptibles” en cuanto a fin de la historia-, sin perjuicio de su incapacidad de dar cuenta de las corrupciones que aparecen en su curso de modo incesante, y que se atribuyen a la falta de ética, y no a causas, ellas mismas, políticas o económicas.

 Cuando analizamos la corrupción política y en particular la democrática desde la perspectiva de la idea materialista de corrupción –desde la perspectiva del materialismo filosófico de Gustavo Bueno- , lo que se nos muestra como apariencia antes que como realidad es la incorruptibilidad de la democracia, ya sea superficial, ya sea profunda. En definitiva, lo que constituye una apariencia para el materialismo filosófico no son tanto las corrupciones cotidianas derivadas de ciertos déficits corregibles –que siempre serán superficiales hasta que no se demuestre que afectan a su estructura profunda- y sí en los supuestos casos de sistemas incorruptibles que permiten afirmar –como es el caso del fundamentalismo democrático-, que la democracia es la forma perfecta de la sociedad política, el fin de la historia, y que las llamadas corrupciones democráticas son en realidad, resultados de la acción de principios antidemocráticos –herencia de dictaduras o del “espíritu del capitalismo” por ejemplo- que actúan desde el exterior o “infiltrados” en las sociedades democráticas; y que por tanto, el remedio para combatirlas solo puede consistir en más democracia –tal y como muchos políticos sostienen asiduamente en sus discursos o algunos filósofos del derecho en sus obras-.

Puesta sobre el tapete la cuestión, conviene a continuación, responder a la pregunta: ¿Qué es una democracia? El profesor Bueno expone dos tipos de respuesta: la tecnológica y la nematológica[2]. Esto es, para llevar a cabo el análisis de las instituciones democráticas es esencial distinguir en las mismas entre un momento[3] técnico y un momento ideológico.  El momento técnico o tecnológico respecto a la democracia, por ejemplo, hace referencia a una serie de elementos como puedan ser la práctica regulada y controlada de las elecciones de los candidatos a concejales, diputados, ministros…mientras que al momento ideológico y/o nematológico, pertenecerían las doctrinas acerca de la soberanía del Pueblo, o de la incorruptibilidad intrínseca de la democracia. No obstante, por analogía, y respecto al segundo, el momento nematológico –ideológico-[4] de cualquier institución –sea o no política- desborda los límites de su estricto contenido doctrinal, ideológico, mítico o filosófico, subrayando su capacidad de influencia a lo largo de una línea que engloba a determinados componentes ideológicos de las instituciones. Todo ciudadano en sus plenas facultades sabe o cree saber lo que es la democracia, ahora bien, cuando le preguntamos a alguien ¿Qué es la democracia?, responde desde la perspectiva nematológica antes que desde la tecnológica. Pero desde una perspectiva ideológica que busca subrayar su importancia –“su momento”- como por ejemplo hizo Alexis de Tocqueville[5] en su famosa obra “La democracia en América”, concretamente en el capítulo 5 de la primera parte, en el que afirma: “La democracia es el sistema político caracterizado por la soberanía del pueblo”.

Es más, está claro que por su “nebulosidad” las respuestas de carácter doctrinal están más próximas al mito o a la metafísica -sin que por ello sean necesariamente míticas o metafísicas- de lo que puedan estarlo las respuestas de carácter tecnológico; ahora bien, ello no significa que los contenidos tecnológicos implicados en éstas respuestas, pese a ser más precisos y claros, sean menos “surrealistas”[6].  De hecho, tal y como apunta Gustavo Bueno, hay gente que tiene conocimientos doctrinales muy amplios sobre la democracia pero desconocen aspectos tecnológicos básicos de la misma, incluso de la de su propio país –número y denominación de los partidos políticos, fechas y plazos de las elecciones…-, al igual que, por el contrario, hay personas que tienen conocimientos prácticos muy precisos sobre la democracia pero se desinteresan por su nematología –frecuentemente gente del aparato de un partido que se adhieren ingenuamente a la doctrina metafísica sobre la democracia asumida por el mismo y considerada como axiomática, esto es,  tecnócratas que no saben lo que es la democracia-.

 No obstante hay que tener en cuenta que la distinción entre los momentos mencionados –técnico y nematológico- para llevar a cabo el análisis de la democracia, no está establecido ad hoc[7], sino que es una distinción general de la antropología filosófica que en muchas ocasiones no presenta una formulación de la distinción tan precisa, sino que lo hace de otros modos muy confusos y oscuros, como por ejemplo la distinción entre el rito y el mito en el análisis antropológico de las religiones[8], y entre práctica y teoría en los contextos de la teoría científica. Ahora bien, en toda institución positiva que forme parte de lo que, desde Tylor[9]  llamamos “cultura humana”, cabe distinguir un momento tecnológico y uno nematológico que afecta a las mismas en tanto asumen la función de sustratos que constituyen los contenidos efectivos de ese “todo complejo” que es la propia cultura. La distinción no es, por tanto, aplicable a sustratos naturales –como un animal, un territorio…-. La distinción entre estos dos momentos de las instituciones culturales puede ser determinada en cualquiera de ellas.[10]

No obstante, e independientemente de todo ello, lo que aquí le interesa subrayar al profesor Bueno es la cuestión de las relaciones de involucración que pueden mediar entre los momentos tecnológicos y los momentos nematológicos de una institución o tipo de institución dadas, en concreto, las democráticas. Por ello, aunque distingue diferentes tipos de involucración en función de los diferentes tipos de sociedades y/o instituciones, así como diferentes tipos de esquemas[11] para establecer las citadas relaciones; atenderá exclusivamente por razones metodológicas, a alguna forma del esquema de conjugación. De acuerdo con este esquema, la involucración entre el mito y el rito es bastante profunda, así lo constata el autor: “El mito, el momento nematológico estaría destinado a establecer el enlace entre diversos ritos influyentes, es decir, entre partes del rito global; y el rito serviría también para enlazar mitos diversos (es decir, partes del mito global) confluyentes. En función de este esquema cabe afirmar que una de las funciones más importantes de los mitos (de las ideologías) sería descomponer los ritos a fin de destacar alguna parte de ellos y mantener en la penumbra los restantes. Desde este punto de vista, cabría recuperar la concepción marxista de las ideologías como conjuntos doctrinales asumidos por un grupo social cuando se enfrenta a otros.” El fundamentalismo democrático.

Por tanto –evidentemente- partimos del supuesto materialista de la involucración de las operaciones del animal humano con las percepciones y con las conexiones de percepciones –con la experiencia- que éste debe tener acerca del entorno en el que se desarrollan dichas operaciones, especialmente cuando alcanzan el nivel institucional. Por ejemplo; tal y como se señala en el libro, nuestros antepasados los magdalenienses[12] nómadas habían institucionalizado las rutas o caminos que seguían en las épocas de caza de animales, porque las cartografías, itinerarios y mapas son ante todo –en relación con las acciones físicas del sujeto que las utiliza- contenidos nematológicos. Esto es, las bandas de cazadores magdalenienses que recorren un sendero que les lleva al lugar en el que ciertos animales acuden a beber agua, no solo “experimentan” los pasos que van dando, sino que van “percibiendo” la forma de los objetos que rodean el sendero –riachuelos, charcas, la silueta característica de un monte…-. Todas estas percepciones vinculadas entre sí en la trama del recorrido y de su finalidad –cazar animales- junto con las ideas “fantásticas” o nebulosas con las que pueden envolver a estos animales, constituyen el momento nematológico gracias al cual el sendero efectivo se transforma en camino por los sucesivos recorridos de la banda, o de otras bandas, aliadas o enemigas.

Por tanto, aunque la nematología no lo es todo en la institucionalización de dicho recorrido –también hay que contar con la tecnología- , sin ella, en cambio, el camino como institución no hubiera podido constituirse. Esto es, la nematología de una institución compleja o de un complejo de instituciones no es, en ningún caso, un mero sobreañadido –una superestructura- a su tecnología básica, como si ésta hubiese podido funcionar por sí sola, o pudiera seguir funcionando una vez establecida por sí sola. De hecho el profesor Bueno afirma: “Sin duda, muchos trozos de una nematología k pueden haberse generado como brotes o ramificaciones independientes de la estructura técnica básica, una vez que la institución k está ya en marcha, pero esto no autorizaría a extender a la nematología k en general la consideración de superestructura. A la nematología le corresponde ante todo representar el curso global y específico implicado en las tecnologías k, tal como ha ido decantándose en el curso de su desarrollo en el que necesariamente ha de enfrentarse con tecnologías alternativas, convergentes o divergentes, afines, amigas, hostiles o enemigas. Tiene también que tratar de representar la visión que las demás instituciones de su entorno tienen de ella misma.” El fundamentalismo democrático.

Finalmente, concluiremos el post afirmando que, pese a que Gustavo Bueno no responde a la cuestión fundamental ¿Qué es una democracia?, sí señala y establece la distinción básica entre el momento técnico –tecnológico- y el ideológico –nematológico- de toda institución, así como el modo en que éstos momentos se conjugan o se implican mutuamente en la formación de las mismas, y que son elementos cruciales para el análisis y posterior crítica que el autor realiza a la democracia como institución que es. Con esta entrada podemos decir que el filósofo riojano, prácticamente termina de mostrar el conjunto de herramientas de las que se sirve para llevar a cabo la tarea que se ha propuesto. En lo sucesivo y hasta que llegue el momento de exponer algunos de los ejemplos más importantes que desarrolla en la segunda parte del libro, en próximos post, abordaremos las concepciones formalista y materialista de la democracia, para terminar explicando la estrecha relación entre la democracia y la corrupción tal y como el autor concluye en los tres últimos capítulos de la primera parte, culminando parcialmente de ese modo, con el objetivo de la obra.
Próximo post: Concepciones formalistas de la democracia.




[1]La enterobacteria Yersinia pestis es un bacilo Gram negativo anaerobio facultativo y patógeno primario, del género Yersinia, que produce en el ser humano la peste pneumónica, la peste bubónica y también la peste septicémica, aunque la última es muy poco común. El nombre del género Yersinia viene dado por su descubridor, en 1894Alexandre Yersin, bacteriólogo franco-suizo del Instituto Pasteur. Originalmente, este microorganismo fue denominado Pasteurella pestis, pero en el año 1967 fue renombrado como Yersinia pestis en honor a su descubridor.
[2] Nema significa “hilo de una trama”.
[3] Gustavo Bueno no sólo utiliza aquí el término “momento” en el sentido ordinario de unidad de tiempo –instante por ejemplo-, sino también en el sentido genérico de “importancia de algo”.
[4] Aunque los términos nematología e ideología se refieren prácticamente a lo mismo, entre ellos se da una ligera diferencia, ya que como se apunta en el texto, el momento nematológico puede llegar a desbordar los límites de sus estrictos contenidos ideológicos o doctrinales.
[5] La democracia en América  es un texto clásico del pensador, político, jurista e historiador francés Alexis de Tocqueville (1805–1859) sobre la democracia en los Estados Unidos, en el que el autor analiza los puntos fuertes y débiles de ese país. La democracia en América es sobre todo un análisis sobre la democracia representativa republicana, y las razones por las que había tenido tanto éxito en los Estados Unidos, habiendo fracasado sin embargo en los restantes países de América. Tocqueville, que estaba fascinado por la política americana, escribió este análisis político y hereditario que fue publicado en dos partes: la primera, en 1835, y la segunda en 1840.
[6]Gustavo Bueno cita como ejemplo a Carl Schmitt(PlettenbergPrusiaImperio alemán11 de julio de 1888 – ibídem7 de abril de 1985) fue un juspublicista y filósofo jurídico alemán, adscrito a la escuela del llamado realismo político, lo mismo que a la teoría del orden jurídico. Escribió centrado en el conflicto social como objeto de estudio de la ciencia política, y más concretamente la guerra. Su obra atraviesa los avatares políticos de su país y de Europa a lo largo del siglo XX-.   Schmitt  afirma en su obra Catolicismo y forma política: “La imagen que tenga de Dios una sociedad suele ir aparejada a una determinada forma política; por eso la noción de un Dios  personal lleva aparejada una forma política personal, esto es, representativa”. De este modo, la imagen de Dios es un contenido nematológico de esas sociedades que utilizan tecnológicamente la forma representativa, como es el caso, especialmente de las sociedades democráticas.

[7] Ad hoc es una locución latina que significa literalmente “para esto” .Generalmente se refiere a una solución específicamente elaborada para un problema o fin preciso y, por tanto, no generalizable ni utilizable para otros propósitos. Se usa pues para referirse a algo que es adecuado sólo para un determinado fin o en una determinada situación. En sentido amplio, ad hoc puede traducirse como «específico» o «específicamente», o «especial, especializado» también puede considerarse equivalente a «reemplazo» o «alternativa».
[8] El rito pertenece al momento tecnológico de las religiones y el mito a su momento nematológico. Aunque si bien es cierto, el momento tecnológico de las religiones positivas Que son el conjunto de creencias y prácticas religiosas basadas en dogmas y manifestadas en cultos consignados dentro de una normatividad, y que fomentan un tipo de conducta beneficiosa para la sociedad. Por ejemplo, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, el budismo…- desborda ampliamente la esfera de los ritos y a su vez, el momento nematológico el de la esfera de los mitos. Igualmente ocurre con la distinción en el ámbito de la teoría científica y las tecnologías que se derivan de ahí, entre práctica y teoría.
[9] Sir Edward Burnett Tylor (2 de octubre de 18322 de enero de 1917), fue un importante antropólogo inglés.
[10] Por ejemplo, “El camino de Santiago” como institución histórica milenaria que es, implica además de su momento tecnológico –calzadas, vías, las marchas y los equipos de los caminantes…- obviamente, su momento nematológico  –leyendas, mapas fantásticos, creencias…-.
[11] Aunque resulta de sumo interés  el contenido de estos esquemas, por motivos de espacio y tiempo, nos limitaremos únicamente a citarlos, a saber: 1) Esquemas de yuxtaposición entre mito y rito. 2) Esquemas de fusión entre mito y rito. 3) Esquemas de reducción directa del mito al rito. 4) Esquemas de reducción inversa del rito al mito. Y por último, en quinto lugar, la opción en la que se centrará Gustavo Bueno; Esquemas de conjugación entre el mito y el rito.
[12] Cultura del Paleolítico. La cultura magdaleniense tuvo su centro en Francia suroccidental, y en la Cordillera Cantábrica, pero se difundió hasta Levante y Andalucía. Duró hasta el 9000 a.C. y fue la edad de oro de la Prehistoria. La sociedad magdaleniense basaba su economía en la caza, por lo que su prosperidad dependía de las condiciones naturales. A finales del Pleistoceno, la etapa interglacial se hizo más intensa, apareció el clima mediterráneo, los grandes herbívoros emigraron hacia el norte, y los pueblos se convirtieron en nómadas.

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