Como ya comentamos con
anterioridad, con este post concluimos con la exposición de la primera parte
del libro de Gustavo Bueno: “El
fundamentalismo democrático. La democracia española a examen”, y del mismo
modo, con la exposición de la relación entre las ideas de corrupción y
democracia –también como ya señalamos-.
En las próximas entradas, y antes de exponer las conclusiones generales de la
obra, expondremos algunos de los ejemplos significativos que el autor recoge en
la misma para ilustrar de un modo más explícito –obviamente- la práctica totalidad de las ideas defendidas y
presentadas en la primera parte. Ahora bien, primeramente finalizaremos con el
análisis del filósofo riojano en este post, exponiendo cuáles son, a su
parecer, las principales fuentes internas de corrupción de la democracia en
particular. Sin embargo, también cabe subrayar, que en este capítulo el autor
toca las cuestiones importantes de un modo muy superficial, esto es, pasa por
encima de ellas, aunque si bien es cierto, nos alerta de ello y de las razones
por las que lo hace, contentándose con que queden planteadas.
De acuerdo con el
planteamiento del materialismo filosófico de Gustavo Bueno, que insiste en la
pluralidad de estructuras tecnológicas que constituyen una sociedad política o
Estado, las fuentes de las corrupciones, desviaciones o perversiones de la
democracia teórica, especialmente las que tienen lugar en sus estratos más
específicos, habrá que considerarlas y analizarlas no tanto en la sociedad
política en su conjunto, sino en los conflictos entre las capas del poder -conjuntiva, basal y cortical- y las
ramas del poder –operativa,
estructurativa y determinativa- que constituyen la estructura de la
sociedad política o Estado.[1]
Ello implica que cuando nos encontramos ante un diagnóstico global de
transformación o corrupción de una sociedad política democrática en otro género
de sociedad política no democrática, habrá que intentar localizar cuales son “la o las capas” y/o “la o las ramas” de las que procede
el cambio -o la corrupción-. De
hecho, la capa conjuntiva y su rama judicial son clave en esta cuestión. La
supuesta importancia que los tribunales de justicia alcanzan en una democracia,
sobre todo si se define como “Estado de
derecho”, nos lleva a comprender que la judicialización de los conflictos y
todo lo que ello conlleva acaba siendo un caldo de cultivo para abogados y/o
legistas corruptos.
El profesor Bueno, en este punto de nuevo
remite a dos pensadores clásicos como ejemplo para mostrar la corrupción de las
repúblicas en democracias. En primer lugar, cita como no, a Aristóteles,
concretamente a su obra Política. Cuando
este habla de las desviaciones o “degeneraciones”[2] de la monarquía hacia la tiranía, de la
aristocracia hacia la oligarquía y de la república hacia la democracia tiende a
localizar el lugar de donde mana la fuente de estas desviaciones degenerativas.
En el caso de la degeneración de la república en democracia, hay que determinar
en cada caso a qué se refiere
Aristóteles; no obstante, tal y como apunta Gustavo Bueno, para el
filósofo estagirita[3] la
corrupción de la república que conduce a la democracia -demagogia- tiene lugar en la capa basal.[4]
“La democracia resulta de creer los
hombres que por ser iguales en un aspecto cualquiera son iguales en
absoluto”…”sin que ninguno se vuelva más pobre que antes, la oligarquía se
convierte en democracia si los pobres llegan a ser más”. Política (1316b). Y en segundo lugar cita a Tocqueville[5],
concretamente su punto de vista respecto
al paso de la libertad a la igualdad, de las aristocracias a las democracias,
en su obra La democracia en América –ideas
por cierto, anteriormente expuestas en varios post, pero especialmente en la
entrada titulada: “El fundamentalismo
democrático. Concepciones formalistas de la democracia”-. Tocqueville afirma lo
siguiente: “La pasión por la igualdad penetra por todos los lados en el corazón
humano, se desarrolla en él y lo ocupa por entero…”, “la igualdad puede darse
en la sociedad civil y no darse en el mundo político…”, “la igualdad
proporciona multitud de pequeños goces cotidianos a cada hombre…”, “sus gracias
se perciben en todo momento y quedan al alcance de todos, seducen a los
corazones más nobles y las almas más vulgares encuentran en ella verdadera
delicia…”, “el individualismo es propio de las democracias y amenaza con desarrollarse
a medida que las condiciones se igualan…”, “los hombres que viven en las
aristocracias casi siempre están estrechamente sujetos a alguna cosa ajena, lo
que con frecuencia les predispone a olvidarse de sí mismos”. La Democracia en América, II, segunda
parte, I. “Por qué los pueblos
demócratas manifiestan un afecto por la igualdad más ardiente y duradero que
por la libertad”.
Sin embargo y dada la
involucración que el autor presenta entre la “sociedad política” y la “sociedad
civil”, habrá que tener en cuenta los lugares de esta sociedad civil de
dónde puedan manar con mayor probabilidad las corrupciones de la sociedad
política o Estado. Ahora bien, el
profesor Bueno considera que rastrear esas fuentes en el sentido expuesto en la
obra desbordaría los límites de la misma, por lo que se limita a plantear la
cuestión en primer lugar, y en segundo lugar, a exponer una sucinta
clasificación de las “fuentes civiles” –extrapolíticas-
de las desviaciones, perversiones o corrupciones de la propia sociedad
política. Gustavo Bueno distinguirá cuatro dominios, regiones o ámbitos de la
sociedad civil de dónde pueden manar fuentes de corrupción de la democracia y
en los que no profundiza en demasía por considerar que alargarían en exceso,
además, de un modo innecesario, este capítulo de su obra.
En primer lugar tenemos el ámbito en el que
arraigan las comunidades religiosas, en segundo lugar, el ámbito en el que
arraigan las comunidades familiares, en tercer lugar, el ámbito en el que
arraigan las comunidades étnicas –o folklóricas-,
y por último, en cuarto lugar, el ámbito en el que arraigan las comunidades
artísticas, académicas o científicas.
1) Respecto a las comunidades religiosas, principalmente tiene en
cuenta las iglesias cristianas y las comunidades judías e islámicas. De hecho
las comunidades religiosas y/o Iglesias se han opuesto muchas veces a la
política del Estado, incluso han contribuido a la corrupción de sus
instituciones –por ejemplo, inspirando la
objeción de conciencia al servicio de armas-. Ahora bien, ello, sin perjuicio
de que tras la cristianización del Imperio Romano, la Iglesia Católica se
transformase en un aliado eficaz y en una de las fuentes puras que fueron
conformando a lo largo de los siglos, los cimientos mismos de la democracia en
lo referente a la persona y a la conciencia individual y que el cristianismo
llevó a cabo. La educación cristiana de la ciudadanía –de la Ciudad de Dios[6]-
envolvió a la educación de los ciudadanos de la ciudad terrena. También del seno de las iglesias cristianas brotaron
en algunas épocas fuentes que obstruyeron, desviaron incluso corrompieron el
camino de la democracia de determinadas sociedades, como por ejemplo, tal y
como apunta el filósofo riojano: “Baste
recordar…” “las acciones de tantos predicadores o escritores católicos (el
padre Cádiz, el padre Vélez, el padre Alvarado)[7] en
contra del liberalismo, en la España de las Cortes de Cádiz, el influjo de la
iglesia en el sostenimiento de las guerras carlistas contra el Estado liberal
y, por qué no decirlo, la influencia de la Iglesia católica en la formación de
los partidos nacionalistas vascos, gallegos o catalanes que minan la
posibilidad de una democracia nacional española,…” El fundamentalismo democrático.
2) Respecto a las comunidades familiares, el autor menciona la
oposición de las familias rurales –refiriéndose
a las familias de labradores propietarios que no son latifundistas- y de
las familias de terratenientes aristocráticos a la implantación de las sociedades
democráticas.[8] También
se da una oposición de la familia tradicional al modelo de familia propugnado
por algunas democracias modernas que proclamaron modelos de familia
incompatibles con el modelo tradicional –
por ejemplo, el divorcio, los matrimonios homosexuales más recientemente…-
3) En lo que concierne a las comunidades étnicas o folklóricas y, en
el caso de España, son una de las fuentes principales que, manando de la
sociedad civil, con más fuerza se han opuesto a la constitución de una
democracia nacional española. Tanto el folklore vasco, como el catalán o el gallego han tejido a lo largo de los siglos
XIX y XX –y lo siguen haciendo en el XXI-
el hilo conductor de un espíritu antidemocrático que más profundamente ha
corrompido el proyecto de una democracia nacional española.
4) Por último, en lo referente a las comunidades artísticas,
científicas o académicas; el profesor Bueno en concreto, se centra como
ejemplo, en una actividad artística como es la música o la danza, y considera
que hay muchos estilos de las mismas cuya orientación “anarquista” –antimilitarista,
antipoliciaca, antisistema…- podría interpretarse como una fuente constante
de corrupción, no solo de la sociedad política autoritaria, sino también de la democrática –sin perjuicio de que algunos
teóricos como Adorno[9] hayan
insistido en la influencia de la música académica en la formación de la
disciplina necesaria para el desarrollo regular de una sociedad política
autoritaria, entre otros casos, actualmente podríamos hacer referencia a otro
tipo de música-. De hecho, el filósofo riojano cita un fragmento de Platón,
concretamente de “Las Leyes”, libro
III, 701a, que ilustra muy bien aquello a lo que se refiere.[10]
Y para finalizar
el post, también sucintamente, Gustavo Bueno establece una clasificación de las
fuentes de la corrupción desde la concepción del materialismo filosófico de la
sociedad política, o lo que es lo mismo, desde el modelo “eneaédrico”[11]
de la sociedad política. Teniendo en cuenta que para localizar las fuentes de
las desviaciones, corrupciones y degeneraciones hay que analizar los conflictos
entre las capas del poder -conjuntiva,
basal y cortical- y las ramas del poder –operativa,
estructurativa y determinativa- que constituyen la estructura de la
sociedad política o Estado.
El profesor Bueno comienza en primer lugar por
la capa conjuntiva. Afirma que las fuentes de dichas corrupciones que emanan de
la mencionada capa son múltiples. Unas surgen de los conflictos “horizontales” entre las diversas ramas
de la capa conjuntiva: conflictos del ejecutivo, legislativo y judicial entre
sí y en todas sus combinaciones posibles. Otras veces surgen en la línea
jerárquica vertical de cada uno de estos poderes –por ejemplo, al aplicar la justicia por parte de los tribunales a los
ciudadanos, y que se resuelven en sentencias injustas o desajustadas, fuera de
plazo o puramente formalistas…-. Pero por otro lado, el autor, también
considera que una de las fuentes de corrupción más profundas de la democracia –y que también se da en esta capa conjuntiva,
entre otras- es la abstención
creciente de los ciudadanos ante las urnas –abstención
que en algunas democracias se considera un delito-. Es evidente que el
incremento de la abstención, a partir de una línea porcentual fijada –el 60, el 90 por ciento-, corrompería
los cimientos mismos del edificio democrático.
En segundo lugar, aborda la
capa basal, considerando que las fuentes de corrupción o degeneración que brotan
de dicha capa también son diversas y abundantes. Por ejemplo; Es evidente, sin contar con la
corrupción de funcionarios o autoridades, que el ejercicio del poder gestor
puede llevar a empresas absurdas; el ejercicio del poder planificador[12]
puede ser un germen capaz de corromper el núcleo de la democracia, como se ve
claramente en España, según Bueno, en la planificación autonómica del
territorio o en los planes hidrológicos nacionales…que implican fractura contra
natura de la unidad del territorio. También menciona que el desempleo crónico y
creciente, con medidas de subsidio tipo PER, obligadas para mantener el orden
público, son una fuente de corrupción de
la democracia, que transforma a los ciudadanos en “electores cautivos”; o la política de tributación –impuestos indirectos o directos- es
también ocasión para que afloren muchas fuentes de corrupción en la democracia.
Y en tercer y último lugar, en
cuanto a las fuentes de la corrupción surgidas en la capa cortical, es obvio
que tanto ciertas intervenciones o abstenciones en empresas internacionales
pueden originar corrientes de corrupción de la sociedad política democrática.
Por ejemplo, una política imprudente en torno a la emigración de trabajadores
es también una fuente de degeneración de la democracia, por su influjo en la
distribución del mercado. Ahora bien, Gustavo Bueno –como ya indicamos anteriormente- afirma que también es necesario
analizar las fuentes de corrupción surgidas de la relación o intersección de
las diferentes capas –conjuntiva, basal y
cortical- en todas sus combinaciones
posibles, pero no se detiene en ello porque considera que la prensa a diario
analiza este tipo de situaciones; y él ya ha puesto al lector en aviso de los
problemas que se plantean. Ahora bien afirma Bueno –lo cual es crucial en la tesis que defiende en el libro- :“Tan solo será preciso que las
irregularidades, negligencias, errores graves, déficits…, que no suelen ser
considerados como corrupciones, dado su carácter no delictivo, sean “leídos”
desde la perspectiva de la idea de corrupción”. El fundamentalismo democrático.
[1]
Aunque anteriormente –en concreto en el
post: “El fundamentalismo democrático. Concepciones formalistas de la
democracia”- ya explicamos la concepción de la estructura del Estado desde
la perspectiva del materialismo filosófico de Bueno, a continuación volvemos a
hacer hincapié en la misma, pero de un modo más detallado, a través de una
tabla en la que se muestran las tres ramas del poder y su relación con las tres
capas del poder.
Eje sintáctico: Ramas del
Poder
|
Eje
semántico : Capas del
Poder
|
|||
Conjuntivo
|
Basal
|
Cortical
|
||
Operativa
|
Poder ejecutivo:
Obediencia/desobediencia civil
|
Poder gestor: Contribución/sabotaje
|
Poder militar:
Servicio/deserción
|
|
Estructurativa
|
Poder legislativo: Sufragio/ abstención
|
Poder planificador:
Producción/huelga, desempleo
|
Poder federativo:
Comercio/contrabando
|
|
Determinativa
|
Poder judicial:
cumplimiento/desacato
|
Poder redistributivo:
Tributación/fraude
|
Poder diplomático:
Alianzas/ inmigración privada
|
|
[2]
Refiriéndose a la acepción de corrupción como degeneración.
[3]
Se refiere a que Aristóteles era de Estagira –ciudad de la antigua Grecia en la península de Calcídica-.
[4]
Léase la tabla de la nota a pie de página nº 1 del presente post.
[5]
La democracia en América es un texto clásico del pensador, político,
jurista e historiador francés Alexis de Tocqueville (1805–1859) sobre la democracia en los Estados Unidos, en el que el autor analiza los puntos
fuertes y débiles de ese país. La democracia en América es sobre
todo un análisis sobre la democracia representativa republicana, y las razones por las que había tenido
tanto éxito en los Estados Unidos, habiendo fracasado sin embargo en los
restantes países de América. Tocqueville, que estaba fascinado
por la política americana, escribió este análisis político y hereditario que fue publicado en dos partes: la primera, en 1835, y la segunda en 1840.
[6]
Términos aparecidos anteriormente y que volvemos a reseñar. El término “Ciudad de Dios”, y por consiguiente el
de “ciudad terrena”, forma parte de la concepción de Agustín de Hipona
acerca del Estado y de la Historia; y concretamente, de su concepción de
las dos ciudades. La perspectiva de San Agustín ante la Historia es
primordialmente moral. Puesto que la auténtica felicidad del hombre consiste en
el amor de Dios y la maldad en alejarse de él para situar el objeto de la
felicidad en bienes mutables, cabe considerar dos grandes categorías de
hombres: los que constituyen la ciudad terrena –“aquellos que
se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios”- y los que constituyen la ciudad
de Dios –“aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí
mismos”-. Es fácil caer en la tentación de identificar la ciudad terrena
con el Estado y la ciudad de Dios con la Iglesia, pero éste no es el sentido de
la teoría política agustiniana. Puesto que los criterios son de carácter moral,
ambas ciudades se hallan mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la
Historia, y la separación de los ciudadanos de una y otra no tiene lugar sino
en el momento final de aquella. Ahora bien, de acuerdo con San Agustín, el
Estado auténticamente justo es aquel cuya actuación se basa en los principios
morales cristianos. Ello implica, de acuerdo con Tomás Calvo y Juan Manuel
Navarro Cordón, dos interpretaciones que mencionaremos, pero en las que no
profundizaremos. La primera de ellas implica que la Iglesia ha de conformar
moralmente al Estado, esto es, la Iglesia es superior al Estado. Y la segunda
implica una minimización del Estado, esto es, San Agustín pretende destruir una
concepción muy extendida y adoptada por muchos cristianos, a saber: que el
Estado era un instrumento esencial de los planes divinos en la Historia.
Agustín reduce el papel del Estado a mero organizador de la convivencia, la paz
y bienestar temporales de esos ciudadanos.
[7]
Fray Francisco
Alvarado, de la Orden de Predicadores o dominicos, más comúnmente conocido
por el seudónimo el Filósofo Rancio (Marchena,
Sevilla,
25 de abril
de 1756
- 31 de agosto
de 1814),
libelista reaccionario español. Fray
Diego José de Cádiz o Beato Diego José de Cádiz en el
siglo José Francisco López-Caamaño y
García Pérez, (Cádiz;
30 de marzo
de 1743
- Ronda, Málaga; 24 de marzo
de 1801).
Fraile
capuchino, asceta
y orador español.
Rafael
Vélez, prelado y apologista español (nacido
en Vélez-Málaga el 15 de Octubre de 1777 y muerto en el monasterio de Herbón el
3 de Agosto de 1850). Se llamó en el siglo Manuel José Anguita Téllez.
[8]
De hecho, Gustavo Bueno afirma lo siguiente: “La interpretación de la Guerra Civil española (1936-1939) como un
conflicto surgido entre familias de terratenientes (plebeyos o aristócratas) y
familias de yunteros, jornaleros o desposeídos (aliados con los obreros
industriales) ha constituido un instrumento habitual de la historiografía
especializada”. El
fundamentalismo democrático.
[9]
Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (11 de
septiembre de 1903, Fráncfort, Alemania
- 6 de agosto
de 1969,
Viège, Valais, Suiza) fue un filósofo
alemán
que también escribió sobre sociología,
comunicología,
psicología
y musicología.
Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista.
[10]
Traducción de Pabón y Fernández-Galiano. “Haciendo
esta clase de composiciones y poniéndoles letra del mismo estilo, inspiraron a
la multitud la transgresión de las leyes relativas a la música y la osadía de
ser capaces de juzgar. De ello se derivó el que los públicos de los teatros,
antes silenciosos, se hicieron vocingleros, como si entendiesen lo que está
bien o mal en música, y en lugar de la aristocracia, el mando de los mejores,
se produjo en ese campo una detestable teatrocracia. Y si hubiera sido solo en
la música donde se hubiese producido una cierta democracia de hombres libres,
no hubiera sido el hecho tan terrible; pero lo cierto es que a partir de ella
empezó para nosotros la opinión de que todo el mundo lo sabía todo y estaba
sobre la ley, con lo cual vino la libertad. Quedaron sin miedo como gente
entendida, y esta falta de temor engendró la desvergüenza; pues al no temer,
por la confianza en sí mismo, la opinión del más calificado es en sustancia la
perversa desvergüenza, a la que abre el camino una libertad excesivamente
osada.” Platón. Las leyes, libro III, 701a.
[11]
El modelo eneaédrico de Estado o sociedad política propuesto por el
materialismo filosófico de Gustavo Bueno, además de aparecer en notas a pie de
página de entradas anteriores, también aparece en el presente post, en concreto
en la nota número 1.
[12] Léase
la nota a pie de página nº1.
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