miércoles, 10 de diciembre de 2014

El fundamentalismo democrático. Las principales fuentes internas de corrupción de la democracia.




Como ya comentamos con anterioridad, con este post concluimos con la exposición de la primera parte del libro de Gustavo Bueno: “El fundamentalismo democrático. La democracia española a examen”, y del mismo modo, con la exposición de la relación entre las ideas de corrupción y democracia –también como ya señalamos-. En las próximas entradas, y antes de exponer las conclusiones generales de la obra, expondremos algunos de los ejemplos significativos que el autor recoge en la misma para ilustrar de un modo más explícito –obviamente- la práctica totalidad de las ideas defendidas y presentadas en la primera parte. Ahora bien, primeramente finalizaremos con el análisis del filósofo riojano en este post, exponiendo cuáles son, a su parecer, las principales fuentes internas de corrupción de la democracia en particular. Sin embargo, también cabe subrayar, que en este capítulo el autor toca las cuestiones importantes de un modo muy superficial, esto es, pasa por encima de ellas, aunque si bien es cierto, nos alerta de ello y de las razones por las que lo hace, contentándose con que queden planteadas.

De acuerdo con el planteamiento del materialismo filosófico de Gustavo Bueno, que insiste en la pluralidad de estructuras tecnológicas que constituyen una sociedad política o Estado, las fuentes de las corrupciones, desviaciones o perversiones de la democracia teórica, especialmente las que tienen lugar en sus estratos más específicos, habrá que considerarlas y analizarlas no tanto en la sociedad política en su conjunto, sino en los conflictos entre las capas del poder -conjuntiva, basal y cortical- y las ramas del poder –operativa, estructurativa y determinativa- que constituyen la estructura de la sociedad política o Estado.[1] Ello implica que cuando nos encontramos ante un diagnóstico global de transformación o corrupción de una sociedad política democrática en otro género de sociedad política no democrática, habrá que intentar localizar cuales son “la o las capas”  y/o “la o las ramas” de las que procede el cambio -o la corrupción-. De hecho, la capa conjuntiva y su rama judicial son clave en esta cuestión. La supuesta importancia que los tribunales de justicia alcanzan en una democracia, sobre todo si se define como “Estado de derecho”, nos lleva a comprender que la judicialización de los conflictos y todo lo que ello conlleva acaba siendo un caldo de cultivo para abogados y/o legistas corruptos.
 
 El profesor Bueno, en este punto de nuevo remite a dos pensadores clásicos como ejemplo para mostrar la corrupción de las repúblicas en democracias. En primer lugar, cita como no, a Aristóteles, concretamente a su obra Política. Cuando este habla de las desviaciones o “degeneraciones”[2]  de la monarquía hacia la tiranía, de la aristocracia hacia la oligarquía y de la república hacia la democracia tiende a localizar el lugar de donde mana la fuente de estas desviaciones degenerativas. En el caso de la degeneración de la república en democracia, hay que determinar en cada caso a qué se refiere  Aristóteles; no obstante, tal y como apunta Gustavo Bueno, para el filósofo estagirita[3] la corrupción de la república que conduce a la democracia -demagogia- tiene lugar en la capa basal.[4] “La democracia resulta de creer los hombres que por ser iguales en un aspecto cualquiera son iguales en absoluto”…”sin que ninguno se vuelva más pobre que antes, la oligarquía se convierte en democracia si los pobres llegan a ser más”. Política (1316b).  Y en segundo lugar cita a Tocqueville[5], concretamente  su punto de vista respecto al paso de la libertad a la igualdad, de las aristocracias a las democracias, en su obra La democracia en América –ideas por cierto, anteriormente expuestas en varios post, pero especialmente en la entrada titulada: “El fundamentalismo democrático. Concepciones formalistas de la democracia”-. Tocqueville afirma lo siguiente: “La pasión por la igualdad penetra por todos los lados en el corazón humano, se desarrolla en él y lo ocupa por entero…”, “la igualdad puede darse en la sociedad civil y no darse en el mundo político…”, “la igualdad proporciona multitud de pequeños goces cotidianos a cada hombre…”, “sus gracias se perciben en todo momento y quedan al alcance de todos, seducen a los corazones más nobles y las almas más vulgares encuentran en ella verdadera delicia…”, “el individualismo es propio de las democracias y amenaza con desarrollarse a medida que las condiciones se igualan…”, “los hombres que viven en las aristocracias casi siempre están estrechamente sujetos a alguna cosa ajena, lo que con frecuencia les predispone a olvidarse de sí mismos”. La Democracia en América, II, segunda parte, I. “Por qué los pueblos demócratas manifiestan un afecto por la igualdad más ardiente y duradero que por la libertad”.

Sin embargo y dada la involucración que el autor presenta entre la “sociedad política” y la “sociedad civil”, habrá que tener en cuenta los lugares de esta sociedad civil de dónde puedan manar con mayor probabilidad las corrupciones de la sociedad política o Estado. Ahora bien,  el profesor Bueno considera que rastrear esas fuentes en el sentido expuesto en la obra desbordaría los límites de la misma, por lo que se limita a plantear la cuestión en primer lugar, y en segundo lugar, a exponer una sucinta clasificación de las “fuentes civiles” –extrapolíticas- de las desviaciones, perversiones o corrupciones de la propia sociedad política. Gustavo Bueno distinguirá cuatro dominios, regiones o ámbitos de la sociedad civil de dónde pueden manar fuentes de corrupción de la democracia y en los que no profundiza en demasía por considerar que alargarían en exceso, además, de un modo innecesario, este capítulo de su obra.
 En primer lugar tenemos el ámbito en el que arraigan las comunidades religiosas, en segundo lugar, el ámbito en el que arraigan las comunidades familiares, en tercer lugar, el ámbito en el que arraigan las comunidades étnicas –o folklóricas-, y por último, en cuarto lugar, el ámbito en el que arraigan las comunidades artísticas, académicas o científicas.

1) Respecto a las comunidades religiosas, principalmente tiene en cuenta las iglesias cristianas y las comunidades judías e islámicas. De hecho las comunidades religiosas y/o Iglesias se han opuesto muchas veces a la política del Estado, incluso han contribuido a la corrupción de sus instituciones –por ejemplo, inspirando la objeción de conciencia al servicio de armas-. Ahora bien, ello, sin perjuicio de que tras la cristianización del Imperio Romano, la Iglesia Católica se transformase en un aliado eficaz y en una de las fuentes puras que fueron conformando a lo largo de los siglos, los cimientos mismos de la democracia en lo referente a la persona y a la conciencia individual y que el cristianismo llevó a cabo. La educación cristiana de la ciudadanía –de la Ciudad de Dios[6]- envolvió a la educación de los ciudadanos de la ciudad terrena. También  del seno de las iglesias cristianas brotaron en algunas épocas fuentes que obstruyeron, desviaron incluso corrompieron el camino de la democracia de determinadas sociedades, como por ejemplo, tal y como apunta el filósofo riojano: “Baste recordar…” “las acciones de tantos predicadores o escritores católicos (el padre Cádiz, el padre Vélez, el padre Alvarado)[7] en contra del liberalismo, en la España de las Cortes de Cádiz, el influjo de la iglesia en el sostenimiento de las guerras carlistas contra el Estado liberal y, por qué no decirlo, la influencia de la Iglesia católica en la formación de los partidos nacionalistas vascos, gallegos o catalanes que minan la posibilidad de una democracia nacional española,…” El fundamentalismo democrático.

2) Respecto a las comunidades familiares, el autor menciona la oposición de las familias rurales –refiriéndose a las familias de labradores propietarios que no son latifundistas- y de las familias de terratenientes aristocráticos a la implantación de las sociedades democráticas.[8] También se da una oposición de la familia tradicional al modelo de familia propugnado por algunas democracias modernas que proclamaron modelos de familia incompatibles con el modelo tradicional – por ejemplo, el divorcio, los matrimonios homosexuales más recientemente…-

3) En lo que concierne a las comunidades étnicas o folklóricas y, en el caso de España, son una de las fuentes principales que, manando de la sociedad civil, con más fuerza se han opuesto a la constitución de una democracia nacional española. Tanto el folklore vasco, como el catalán o  el gallego han tejido a lo largo de los siglos XIX y XX –y lo siguen haciendo en el XXI- el hilo conductor de un espíritu antidemocrático que más profundamente ha corrompido el proyecto de una democracia nacional española.

4) Por último, en lo referente a las comunidades artísticas, científicas o académicas; el profesor Bueno en concreto, se centra como ejemplo, en una actividad artística como es la música o la danza, y considera que hay muchos estilos de las mismas cuya orientación “anarquista” –antimilitarista, antipoliciaca, antisistema…- podría interpretarse como una fuente constante de corrupción, no solo de la sociedad política autoritaria, sino también de la democrática –sin perjuicio de que algunos teóricos como Adorno[9] hayan insistido en la influencia de la música académica en la formación de la disciplina necesaria para el desarrollo regular de una sociedad política autoritaria, entre otros casos, actualmente podríamos hacer referencia a otro tipo de música-. De hecho, el filósofo riojano cita un fragmento de Platón, concretamente de “Las Leyes”, libro III, 701a, que ilustra muy bien aquello a lo que se refiere.[10]

Y para finalizar el post, también sucintamente, Gustavo Bueno establece una clasificación de las fuentes de la corrupción desde la concepción del materialismo filosófico de la sociedad política, o lo que es lo mismo, desde el modelo “eneaédrico”[11] de la sociedad política. Teniendo en cuenta que para localizar las fuentes de las desviaciones, corrupciones y degeneraciones hay que analizar los conflictos entre las capas del poder -conjuntiva, basal y cortical- y las ramas del poder –operativa, estructurativa y determinativa- que constituyen la estructura de la sociedad política o Estado.

 El profesor Bueno comienza en primer lugar por la capa conjuntiva. Afirma que las fuentes de dichas corrupciones que emanan de la mencionada capa son múltiples. Unas surgen de los conflictos “horizontales” entre las diversas ramas de la capa conjuntiva: conflictos del ejecutivo, legislativo y judicial entre sí y en todas sus combinaciones posibles. Otras veces surgen en la línea jerárquica vertical de cada uno de estos poderes –por ejemplo, al aplicar la justicia por parte de los tribunales a los ciudadanos, y que se resuelven en sentencias injustas o desajustadas, fuera de plazo o puramente formalistas…-.  Pero por otro lado, el autor, también considera que una de las fuentes de corrupción más profundas de la democracia –y que también se da en esta capa conjuntiva, entre otras-  es la abstención creciente de los ciudadanos ante las urnas –abstención que en algunas democracias se considera un delito-. Es evidente que el incremento de la abstención, a partir de una línea porcentual fijada –el 60, el 90 por ciento-, corrompería los cimientos mismos del edificio democrático.

En segundo lugar, aborda la capa basal, considerando que las fuentes de corrupción o degeneración que brotan de dicha capa también son diversas y abundantes.  Por ejemplo; Es evidente, sin contar con la corrupción de funcionarios o autoridades, que el ejercicio del poder gestor puede llevar a empresas absurdas; el ejercicio del poder planificador[12] puede ser un germen capaz de corromper el núcleo de la democracia, como se ve claramente en España, según Bueno, en la planificación autonómica del territorio o en los planes hidrológicos nacionales…que implican fractura contra natura de la unidad del territorio. También menciona que el desempleo crónico y creciente, con medidas de subsidio tipo PER, obligadas para mantener el orden público,  son una fuente de corrupción de la democracia, que transforma a los ciudadanos en “electores cautivos”; o la política de tributación –impuestos indirectos o directos- es también ocasión para que afloren muchas fuentes de corrupción en la democracia.

Y en tercer y último lugar, en cuanto a las fuentes de la corrupción surgidas en la capa cortical, es obvio que tanto ciertas intervenciones o abstenciones en empresas internacionales pueden originar corrientes de corrupción de la sociedad política democrática. Por ejemplo, una política imprudente en torno a la emigración de trabajadores es también una fuente de degeneración de la democracia, por su influjo en la distribución del mercado. Ahora bien, Gustavo Bueno –como ya indicamos anteriormente- afirma que también es necesario analizar las fuentes de corrupción surgidas de la relación o intersección de las diferentes capas –conjuntiva, basal y cortical-  en todas sus combinaciones posibles, pero no se detiene en ello porque considera que la prensa a diario analiza este tipo de situaciones; y él ya ha puesto al lector en aviso de los problemas que se plantean. Ahora bien afirma Bueno –lo cual es crucial en la tesis que defiende en el libro- :“Tan solo será preciso que las irregularidades, negligencias, errores graves, déficits…, que no suelen ser considerados como corrupciones, dado su carácter no delictivo, sean “leídos” desde la perspectiva de la idea de corrupción”. El fundamentalismo democrático.



  [1] Aunque anteriormente –en concreto en el post: “El fundamentalismo democrático. Concepciones formalistas de la democracia”- ya explicamos la concepción de la estructura del Estado desde la perspectiva del materialismo filosófico de Bueno, a continuación volvemos a hacer hincapié en la misma, pero de un modo más detallado, a través de una tabla en la que se muestran las tres ramas del poder y su relación con las tres capas del poder.
Eje sintáctico: Ramas del Poder
                      Eje semántico :               Capas del Poder

         Conjuntivo
        Basal
            Cortical

Operativa
Poder ejecutivo: Obediencia/desobediencia civil
Poder gestor: Contribución/sabotaje
Poder militar: Servicio/deserción


Estructurativa
Poder legislativo: Sufragio/ abstención
Poder planificador: Producción/huelga, desempleo
Poder federativo: Comercio/contrabando


Determinativa
Poder judicial: cumplimiento/desacato
Poder redistributivo: Tributación/fraude
Poder diplomático: Alianzas/ inmigración privada





[2] Refiriéndose a la acepción de corrupción como degeneración.

[3] Se refiere a que Aristóteles era de Estagira –ciudad de la antigua Grecia en la península de Calcídica-.

[4] Léase la tabla de la nota a pie de página nº 1 del presente post.

[5] La democracia en América  es un texto clásico del pensador, político, jurista e historiador francés Alexis de Tocqueville (1805–1859) sobre la democracia en los Estados Unidos, en el que el autor analiza los puntos fuertes y débiles de ese país. La democracia en América es sobre todo un análisis sobre la democracia representativa republicana, y las razones por las que había tenido tanto éxito en los Estados Unidos, habiendo fracasado sin embargo en los restantes países de América. Tocqueville, que estaba fascinado por la política americana, escribió este análisis político y hereditario que fue publicado en dos partes: la primera, en 1835, y la segunda en 1840.
[6] Términos aparecidos anteriormente y que volvemos a reseñar. El término “Ciudad de Dios”, y por consiguiente el de “ciudad terrena”, forma parte de la concepción de Agustín de Hipona acerca  del Estado y de la Historia; y concretamente, de su concepción de las dos ciudades. La perspectiva de San Agustín ante la Historia es primordialmente moral. Puesto que la auténtica felicidad del hombre consiste en el amor de Dios y la maldad en alejarse de él para situar el objeto de la felicidad en bienes mutables, cabe considerar dos grandes categorías de hombres: los que constituyen la ciudad terrena –“aquellos que se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios”- y los que constituyen la ciudad de Dios –“aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos”-. Es fácil caer en la tentación de identificar la ciudad terrena con el Estado y la ciudad de Dios con la Iglesia, pero éste no es el sentido de la teoría política agustiniana. Puesto que los criterios son de carácter moral, ambas ciudades se hallan mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la Historia, y la separación de los ciudadanos de una y otra no tiene lugar sino en el momento final de aquella. Ahora bien, de acuerdo con San Agustín, el Estado auténticamente justo es aquel cuya actuación se basa en los principios morales cristianos. Ello implica, de acuerdo con Tomás Calvo y Juan Manuel Navarro Cordón, dos interpretaciones que mencionaremos, pero en las que no profundizaremos. La primera de ellas implica que la Iglesia ha de conformar moralmente al Estado, esto es, la Iglesia es superior al Estado. Y la segunda implica una minimización del Estado, esto es, San Agustín pretende destruir una concepción muy extendida y adoptada por muchos cristianos, a saber: que el Estado era un instrumento esencial de los planes divinos en la Historia. Agustín reduce el papel del Estado a mero organizador de la convivencia, la paz y bienestar temporales de esos ciudadanos.

[7] Fray Francisco Alvarado, de la Orden de Predicadores o dominicos, más comúnmente conocido por el seudónimo el Filósofo Rancio (Marchena, Sevilla, 25 de abril de 1756 - 31 de agosto de 1814), libelista reaccionario español. Fray Diego José de Cádiz o Beato Diego José de Cádiz en el siglo José Francisco López-Caamaño y García Pérez, (Cádiz; 30 de marzo de 1743 - Ronda, Málaga; 24 de marzo de 1801). Fraile capuchino, asceta y orador español.  Rafael Vélez, prelado y apologista español (nacido en Vélez-Málaga el 15 de Octubre de 1777 y muerto en el monasterio de Herbón el 3 de Agosto de 1850). Se llamó en el siglo Manuel José Anguita Téllez.
[8] De hecho, Gustavo Bueno afirma lo siguiente: “La interpretación de la Guerra Civil española (1936-1939) como un conflicto surgido entre familias de terratenientes (plebeyos o aristócratas) y familias de yunteros, jornaleros o desposeídos (aliados con los obreros industriales) ha constituido un instrumento habitual de la historiografía especializada”. El fundamentalismo  democrático.

[9] Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (11 de septiembre de 1903, Fráncfort, Alemania - 6 de agosto de 1969, Viège, Valais, Suiza) fue un filósofo alemán que también escribió sobre sociología, comunicología, psicología y musicología. Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista.

[10] Traducción de Pabón y Fernández-Galiano. “Haciendo esta clase de composiciones y poniéndoles letra del mismo estilo, inspiraron a la multitud la transgresión de las leyes relativas a la música y la osadía de ser capaces de juzgar. De ello se derivó el que los públicos de los teatros, antes silenciosos, se hicieron vocingleros, como si entendiesen lo que está bien o mal en música, y en lugar de la aristocracia, el mando de los mejores, se produjo en ese campo una detestable teatrocracia. Y si hubiera sido solo en la música donde se hubiese producido una cierta democracia de hombres libres, no hubiera sido el hecho tan terrible; pero lo cierto es que a partir de ella empezó para nosotros la opinión de que todo el mundo lo sabía todo y estaba sobre la ley, con lo cual vino la libertad. Quedaron sin miedo como gente entendida, y esta falta de temor engendró la desvergüenza; pues al no temer, por la confianza en sí mismo, la opinión del más calificado es en sustancia la perversa desvergüenza, a la que abre el camino una libertad excesivamente osada.” Platón. Las leyes, libro III, 701a.

[11] El modelo eneaédrico de  Estado o sociedad política propuesto por el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, además de aparecer en notas a pie de página de entradas anteriores, también aparece en el presente post, en concreto en la nota número 1.

[12] Léase la nota a pie de página nº1.

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